miércoles, 9 de septiembre de 2009

Muertes de segunda... o Siniestro y criminal

No se trata en este caso de conciudadanos caídos por hazaña bélica o/y dizque 'humanitaria' (nunca repudiada entre biempensantes gentes del Reino de España tan igual que cuando el féretro era del yanqui combatiente a Irak), no más: como acabamos de volver a ocupaciones del tajo habitual –y tras Otro tiempo Mejor que tan bien es Posible el ánimo aun es capaz de afrontar lo más duro- va ya cierto recordatorio siempre oportuno de algo nuestro aquí hoy realmente Siniestro del mercado laboral donde precisamos una "Tolerancia 0" no lejana.

[...“los muertos en accidente laboral son muertos de segunda, informativa mente hablando, si se les compara con los fallecidos en la carretera. Y lo mismo vale para los lesionados. La Dirección General de Tráfico nos informa con machacona insistencia, en la prensa, la radio y la televisión, sobre los accidentes, muertos y heridos graves o menos graves cada fin de semana. No falta tampoco el reportaje gráfico por eso de que más vale una imagen que cien palabras, y el mensaje se completa con las declaraciones de testigos o especialistas en la materia. El tratamiento puede pecar de excesivo, pero bien venido sea si contribuye a mejorar la seguridad del tráfico viario. Lo mismo ocurre con el sistema de pérdida de puntos y la retirada en último extremo del permiso de conducir. Cabe discutir sobre la realidad del peligro en algunos casos, pero la disuasión funciona.

Por desgracia, el panorama varía si pasamos al ámbito laboral. Nadie hace el recuento periódico de muertos o heridos, y si lo hace, aplica a continuación el dicho de que la ropa sucia se lava en casa. Nadie divide el número de víctimas atendiendo a la actividad donde se han producido. Nadie nos suministra imágenes de tetrapléjicos en una rehabilitación poco menos que imposible. A lo sumo, una noticia puntual, cuando el siniestro destaca por su magnitud u otra circunstancia. Así ocurrió con el desgraciado trabajador ecuatoriano al que la máquina de una panadería le amputó un brazo que, para más inri, su patrono arrojó al cubo de la basura.

Entonces sí, entonces la víctima se transforma en una persona de carne y hueso que recibe toda nuestra atención. Hasta se le concede la nacionalidad española para que pueda trabajar aquí legalmente. Ningún otro trabajador extranjero disfrutó, que yo sepa, de un trato similar. No todas las desgracias producen el mismo impacto en la sociedad mediática..

¿Cuántos accidentes laborales hubo la última semana? ¿Y el último año? ¿Más o menos que el anterior? ¿Seguimos en los primeros puestos del ‘ranking’ europeo? ¿Qué medidas se han tomado para una mayor eficacia de la Inspección de Trabajo? ¿Cuántas sanciones se impusieron el semestre pasado? ¿Ha aumentado el número de inspectores? ¿Qué porcentaje de muertos o heridos corresponde a los trabajadores ilegales? ¿Cómo se distribuyen las cifras por comunidades autónomas? ¿Cómo entre las empresas públicas y las privadas? ¿Por qué hay fiscalías especiales en tantas materias, incluida la circulación y no para estos accidentes? Y finalmente, ¿por qué los sindicatos guardan silencio?”, según José L. Manzanares, por ejemplo...]

El asunto lo podrá ver cualquiera que, sin importar cómo piensa, no se sume a (in)sensibilidades del percebe; y ahí va breve texto reciente para muestra, con sólo mínima glosa –o acotación- añadida: ¿cómo será posible que se legisle, reglamenten y consintamos escandaloso dato de que ‘cuesta menos a nuestros Empleadores –¡pero más a la Seguridad Social que pagamos entre todos los activos no obstante!- si, en actividades para cualquier centro de trabajo, cae alguno de sus Trabajadores en baja por Accidente laboral que cuando es con enfermedad'...?

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