martes, 15 de febrero de 2011

Quiá: nuestra competitividad no depende tanto de Salarios; ni tampoco la Pensión, sostenible...

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A veces alguna cosa puede verse por cualquiera con nitidez [mucho mayor de lo pretendido entre tantísimos CCar@durOOs y dUr@sGeTas... como se andan reciclando, hasta la suciedad, salmodias en el coreo único -aquí, ahora e inverosímilmente, supuesto ProgreSismO confEderal- que dice perdonarnos las vidas 'para mejores sostenibilidades del Bienestar']... Véase qué clarita suena por ejemplo Carolina G. Cortines, desde 'La República...', en su más reciente lección básica:
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"El problema de la competitividad española no es en modo alguno un problema derivado desde los salarios. Tanto estadísticas para OCDE como las de la Unión Europea son tajantes en ello. Según un estudio encargado entonces por el comisario Joaquín Almunia, responsable durante aquella época sobre los Asuntos Económicos y Monetarios para nuestra Unión Europea entre 1995 y 2006, de una treintena en la OCDE ha sido España único país donde sus trabajadores perdieron poder adquisitivo. Mientras, en esos mismos períodos de tiempo los empresarios habían acumulado unos beneficios superiores al 25 %.
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No se he hecho público ningún estudio posterior con respecto a países de la OCDE, pero en los últimos 4 años la situación con respecto a nuestros salarios ha sido muy similar ateniéndonos a datos del Ministerio de Trabajo (…) Según éstos la subida salarial media del pasado año está algo por encima del 1,5 % frente al 3 % que ha crecido la inflación. Dicho llanamente. No sólo durante tiempos en crisis, sino incluso desde otros de bonanza, los trabajadores españoles llevan años sin ver una subida salarial equiparable a la del IPC.
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Tampoco esos a quienes se les suele mirar con mayores prevenciones y que son considerados con enormes privilegios; pues ni aun los funcionarios logran saldar su pérdida del poder adquisitivo en salarios por la inflación, tan siquiera. Sus convenios colectivos anuales no lo reflejan. No se les puede acusar a los sindicatos de la falta de competitividad en España. Esta no está vinculada a la indexación de las subidas salariales con el IPC.
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Así lo dice también una persona nada sospechosa respecto a este sentido de militar en ningún sindicato de clase como es Guillermo de la Dehesa, consejero del Banco Santander, con un complejo artículo publicado por el Especial ‘Negocios’ del diario EL PAIS donde se pregunta ’¿Qué determina la competitividad en la eurozona?’
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Nuestro bajo nivel formativo, falta de verdadera formación en las empresas a lo largo de las vidas laborales, elevada burocratización tanto al crear sociedades como gestionándolas (según tantas veces ha denunciado el ‘Círculo de Empresarios’…) y faltas de especialización efectiva para los empleados, podrían ser elementos muy a tener en cuenta. De la Dehesa apuntó además a falta de elasticidades en rebajar precios, para los productos, como una de nuestras dificultades a la hora de ganar cuotas del mercado internacional.
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Pero esto nunca necesariamente tendría que depender, tan prioritariamente, de la masa salarial y sí más directamente por otra falta en cuanto a capitalización para las empresas: excesiva dependencia o apalancamiento del empresariado en capitales de los demás para montar su propio negocio ha estado, y desgraciadamente sigue estando, en el origen de los problemas para nuestro sector empresarial (…)
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A fin de mejorar nuestras competitividades lo que se precisa es No bajar salario, ¡sino subir productividad!, por cada hora trabajada. En España, como tantas veces se ha dicho ya en contra del prejuicio tradicional de la vagancia de los trabajadores, se trabajan más horas que la media de nuestros competidores comunitarios, pero somos menos eficaces.
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Aquí, para cada trabajador, el salario real sigue siendo uno de los más bajos en Europa. Junto a esa falta de agallas de los empresarios al apostar su capital está la necesidad de mejorar costes en suministros como son los precios de las energías, ya sean gasistas o del petróleo, o -por poner otro ejemplo- para nuestras [injustificadamente caras] telecomunicaciones …"
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¡Claro que todavía -en este Reino, nuestro...- puede oirse cómo esa "productividad es un tema más alemán y no español...", según acaba de reconocer sin empacho el mismo Vicepresidente 1º para la CEOE...!
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Y por cuanto a nuestras jubilaciones, presentes o futuras, bien nos dice Juan F. Martín Seco en 'Público':
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"Quieren que nos alegremos de que hayan rebajado las pensiones y anunciado que en el futuro cada 5 años se revisarán (es decir, volverán a bajar) en función de cómo se modifique la esperanza de vida. Sobre el discurso de las pensiones se ha venido acumulando todo tipo de falacias. No es la esperanza de vida, ni la pirámide de población, la variable estratégica a la hora de enjuiciar la sostenibilidad del sistema, sino la Renta per cápita. Si ésta se incrementa, como es previsible –en los últimos 30 años se ha duplicado–, no hay ninguna razón para que un colectivo, los jubilados, cercano al nivel de pobreza (el 77 % ni llegó a los 1000 €/mes), no pueda seguir teniendo la misma renta, e incluso mayor, incrementándose en la misma proporción que lo haga ella. El error está en aceptar que las pensiones tengan que financiarse exclusivamente con cotizaciones sociales y que la Seguridad Social pueda ser algo distinto del Estado cuando es éste, en función de su carácter social, el que tiene obligación de mantener las pensiones con todos sus ingresos.
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Lo que pone en peligro el sistema público de las pensiones es una mentalidad que denigra los impuestos, destruye su progresividad, reduce los gravámenes sobre las rentas de capital y permite la elusión fiscal de las grandes fortunas y de las empresas. No deja de ser curioso que en un acuerdo que pretende compararse con los 'Pactos de la Moncloa' no se haya escrito una sola línea sobre impuestos. Bueno, sí, para reducir las cotizaciones sociales bajo el eufemismo de las 'políticas activas del empleo'.
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Lo único que implica el aumento de la esperanza de vida es que, tal como Galbraith afirmó hace ya bastantes años, se precisará una redistribución de los bienes a consumir a favor de los bienes públicos y en contra de los privados. Es decir, que será necesario que se destine progresivamente una parte mayor del PIB a pensiones, a Sanidad y a gastos derivados de las situaciones de dependencia. Pero nuestro país tiene un amplio margen para ello: dedicamos a las pensiones un 9% del PIB, mientras la media de la EUrozona se sitúa en el 12%; Francia, en el 13,3%; Italia, en el 14,6%; Alemania, en el 12,4%; Austria, en un 13,8% e -¡incluso!- Polonia y Portugal dedican un ratio mayor que los nuestros (11,6% y 13,1% respectivamente)... Como se ve, 'nuestro sistema es altamente generoso y ni puede mantenerse demasiado ya'... ¿No?"
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1 comentario:

  1. Enhorabuena, ¡muy oportuno recordatorio de lo que no se dice por el consenso para penúltimo Acuerdo 'Social'(¿?) contra las Pensiones... y por mayor 'Rebaja' de nuestro Salario-basura, del Mileurismo mayoritario! Días después de vuestras razones aquí leemos algo más ahora, en 'República de las Ideas' respecto 'Claúsula de revisión salarial', similar también:

    "Es ésta cuestión recurrente que la Derecha Económica intenta siempre poner sobre el tapete. Y observen que digo 'Económica', pues hay mucha Derecha Económica en el PSOE o medios de comunicación que se tienen por progres. La pretensión es siempre la misma: conseguir que en esa batalla por el reparto de la renta entre salarios y precios -es decir, entre trabajadores y empresarios-, los primeros se den por VENCIDOS incluso ANTES DE comenzar LA CONTIENDA.

    Sea cual sea su tema, el discurso económico de la Derecha comienza siempre asentándose sobre una falacia. En este caso su afirmación de que 'la Competitividad depende de los Salarios', cuando existen otros muchos factores a considerar y, en todo caso, serían los precios y no los salarios los que pueden influir en ella. Prueba evidente es que los países con salarios más reducidos no son los más competitivos. Si fuera así, España estaría a la cabeza de ese ranking.

    En las condiciones actuales, con mercados cautivos, no existe ninguna garantía de que la reducción de costes laborales redunde al precio y no se oriente más bien a incrementar excedente empresarial. Desde luego, eso es lo que está ocurriendo en nuestro país.

    Esta propuesta de Merkel, o/y del Banco de España, es parcial y sectaria. Pretende que los salarios se fijen atendiendo a la productividad, lo cual resulta lógico y sano. Lo que ya no es tan aceptable es que no se determinen atendiendo también a la evolución de los precios. Para que el reparto de la renta se mantenga constante, los salarios realmente deben crecer igual que la productividad. Esto es, los salarios ‘nominales’ deben incrementarse en el porcentaje que resulte de multiplicar los incrementos de los PRECIOS Y de la PRODUCTIVIDAD.

    La Derecha Económica hace trampa cuando utiliza los costes laborales unitarios en términos 'nominales' y no reales, ya que solo si el SALARIO REAL se incrementa más que la productividad la distribución de la renta se modifica a favor de los trabajadores; y, por el contrario, la distribución de la renta cambia en favor del excedente empresarial cuando el índice disminuye como viene siendo habitual desde hace 30 años.

    Desde el año 2000 hasta 2007, los precios en España han crecido 17 puntos más que en Alemania; España ha perdido frente a Alemania el 17% de la competitividad vía precio. Sin embargo, los costes laborales unitarios en términos reales han tenido una evolución similar. La razón, por tanto, no se puede encontrar en el crecimiento de los salarios, sino en los BENEFICIOS EMPRESARIALES que se han incrementado a mucho mayor ritmo en España que en Alemania.

    Lo único que han hecho los salarios en nuestro país ha sido defenderse malamente del aumento del coste de la vida. No se puede afirmar que la cláusula de garantía salarial introducida en los convenios sea inflacionaria, ya que los salarios sólo se revisan si los precios se alejan de las previsiones. Primero suben los precios y tan sólo después los salarios. Éstos, por tanto, nunca pueden ser la causa de la inflación (solo el efecto), a no ser que se tenga por inflacionario todo aquello que se oponga a que el excedente empresarial se incremente tanto como quieran los empresarios. Son los beneficios empresariales los únicos que CRECEN DESAFORADAMENTE apropiándose de toda la productividad y no permitiendo que parte de ella se dirija a los trabajadores, incluso en ocasiones ni siquiera consienten que los salarios recuperen el poder adquisitivo..."

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