domingo, 4 de marzo de 2012

El reparto de la tarta: más desnudez que otros

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La verdadera razón, casi no confesada, para tanta Reforma Laboral es forzar una Reducción Salarial en esa creencia de que actuará como 'devaluación interior'; pero tal fórmula falla si, como ocurre desde hace muchos años, dicha deflación salarial en lugar de contribuir a moderaciones de los precios sigue (según bien cuantificaba Juan F. Martín Seco, por ejemplo) "orientándose al incrementar beneficio para empresarios...

["El profesor y sociólogo norteamericano Richard Sennett, un estudioso del ser humano y el sistema económico, asegura en 'La cultura del nuevo capitalismo' que «la mayoría de la gente necesita un relato de vida que sirva de sostén a su existencia, necesita enorgullecerse de su habilidad para algo específico». Sennett llama «gratificación diferida» al prestigio que proporciona el trabajo y sostiene que esta gratificación es más necesaria para las clases medias trabajadoras que para las élites. «Cuánto más abajo se está en una organización menos densa es la red de que se dispone y mayor la necesidad de un planteamiento estratégico formal para la supervivencia de una persona. Y el pensamiento estratégico formal requiere a su vez un mapa social inteligible».

Esto es precisamente lo que nos falta en España: algún mapa social y económico inteligible. Queremos que algún sabio como Sennett nos proporcione un pensamiento estratégico formal para nuestra propia supervivencia. Queremos entender las siguientes noticias en un país en el que nos dicen que, frente a la crisis, toda su posible 'salida pasaría por austeridad, rebaja de salarios y recorte de gasto público'.


Las empresas que cotizan en el IBEX ganaron un 33% menos el año pasado, mientras que el sueldo de los directivos se mantuvo intacto e incluso aumentó. A don José Manuel Vargas le embolsaron 3,1 millones de euros como indemnización cuando fue despedido de Vocento, empresa que registraba pérdidas por hasta 53,3 millones. El presidente de Repsol, Antonio Brufau, cobró 7 millones de euros en 2011, hasta un 78% más que en 2010. Con tan brillantes gestión -y contraprestaciones...- a sus espaldas, el Gobierno le ha nombrado ahora presidente del Ente Público AENA. Alfredo Sáenz, un banquero condenado en firme por el Tribunal Supremo pero indultado en el último Consejo de ministros que presidía Zapatero, ganó 11 millones de euros en 2011. Juan Luis Cebrián cobró 8 millones de euros en Prisa, mientras las pérdidas de su empresa ascendieron a 450 millones de euros.

El BCE inyecta 120.000 millones a la banca española a un interés del 1%. Con ese dinero, los bancos compran deuda pública española al 5%, pero no dan crédito ni a las familias ni a las empresas. La cúpula de la Universitat Pompeu Fabra, inmersa en un draconiano plan de recortes, se gastó 6.000 euros en un retiro de fin de semana en un hotel de cuatro estrellas superior. El Gobierno calcula que este año el número de parados aumentará hasta casi los 6.000.000...

Necesitamos un 'pensamiento estratégico' para entender por qué la quema de un contenedor en Barcelona es más noticia que otras... ¿A quién puede extrañarle que ante este mapa social y económico los jóvenes salgan a la calle a protestar? Como dice el presidente de Cantabria, «vamos desnudos». Aunque algunos van más desnudos que otros" (Lucía Méndez)...]

Determinados conceptos como la lucha de clases están hoy 'demodés'. Se nos pretende convencer de que, en la actualidad, las clases no existen y que trabajadores y empresarios tienen 'intereses comunes'. Si se tercia, la CEOE o un gobierno de derechas no tienen pudor en proclamarse defensores de los parados frente a las organizaciones sindicales que se preocupan tan solo de los que disfrutan de un puesto de trabajo. Tal vez por ello es conveniente que ciertos datos pasen desapercibidos, como los de la distribución de la renta, que demuestran que las clases –como 'las meigashaberlas, haylas', y que en esa lucha que, se quiera o no se quiera, siempre se da por el reparto del pastel, los trabajadores llevan muchos años perdiendo.

A principios de los años 1980, la remuneración de los asalariados (9 millones de trabajadores) absorbía el 53% del PIB; en el año 2007, al principio de la crisis, participaba tan solo en el 48%, y eso que el empleo ascendía a 18 millones de trabajadores. Datos que indican de forma clara el sofisma que se esconde detrás del discurso que liga la viabilidad del sistema público de pensiones a los problemas demográficos. Lo que pone realmente en peligro las pensiones es que la renta nacional se reparte cada vez de manera más injusta, engordando la porción destinada para excedente empresarial, es decir, al beneficio de los empresarios, tanto más cuanto que los distintos gobiernos son renuentes a gravar fiscalmente estas rentas. En estos años de crisis, la desigualdad se ha hecho aún más pronunciada y en apenas tres años la participación de los asalariados ha perdido 2 puntos porcentuales, situándose en el 46% del PIB.

Este proceso ciertamente no es privativo de España. En mayor o menor medida ha afectado a todos los países, tal como se puede ver en el informe de otoño de la Comisión Europea, recogido en 'European Economy (6, de noviembre de 2011)', si observamos atentamente la evolución de los costes salariales unitarios en términos reales. Esta variable es tan solo un cociente entre el salario real y la productividad. Cuando el numerador se incrementa en menor medida que el denominador el índice decrece y es señal de que la distribución de la renta ha evolucionado a favor del excedente empresarial y en contra de la retribución de los trabajadores. Eso es lo que ha ocurrido desde principios de los años 80, lo que indica bien a la claras los efectos perversos que ha tenido la globalización para los asalariados de todas las latitudes.

Pero si esta tendencia ha sido común a todas las economías, nuestro país se ha colocado en cabeza, y el descenso de los costes laborales unitarios en términos reales ha sido bastante más acusado que en la mayoría de los otros países –por ejemplo, que en la propia Alemania–, lo que desmiente el intento de responsabilizar a los salarios ante cualquier 'falta de competitividad' en nuestra economía y pone en cuestión la receta de salir de la crisis mediante una 'deflación salarial'.

Desde la constitución de la Unión Monetaria, la economía española ha presentado tasas de inflación superiores a la media europea, y desde luego superiores a las de la economía alemana, lo que le ha hecho ir perdiendo competitividad con el consiguiente reflejo en un incremento progresivo del déficit exterior y en un enorme endeudamiento privado. Todo ello, junto a la imposibilidad de devaluar la moneda, se encuentra en el origen de la delicada situación en que nos hallamos. Pero, tal como indican las cifras, esa subida de precios no está causada por el incremento en la retribución a los trabajadores ¡sino por más elevación del excedente empresarial'.


Es ese empeño de los empresarios en apropiarse cada vez de una parte más grande del pastel el que ha conducido al diferencial de inflación. Incluso en la situación actual, lindando en la recesión y con los salarios por los suelos, los precios no descienden tal como sería necesario para recuperar la productividad perdida. Los últimos datos del INI indican que, mientras los salarios subieron el 1,1% solo, las rentas de los empresarios se incrementaron en 2011 un 6,6%... " [J.F M. S.]

Y estas cosas -¡muy desafortuna damente!- no vienen a ser ahora, tampoco, nada nuevo...

(Análisis en ATTAC-Madrid: por FGP, a la Memoria de Agencia Tribuaria, 2005)


Así que las consecuencias, ahora, parecen terminar siendo una pesadilla; véase, clicando presentación (PPS) adjunta, sobre la Reforma laboral -inverosímil, de verdad: ¿Esclavitud... o fomento del Empleo de calidad?- que no es ninguna broma...

4 comentarios:

  1. Las razones y las calles:

    Para que se hagan una idea, con un comparación que a estas alturas ya se queda pequeña, el precio de los rescates en EE UU supera a la suma de lo que costaron la compra de Luisiana, el Plan Marshall, la crisis de las cajas de ahorro de los 80, las guerras de Corea y Vietnam, la invasión de Irak, el 'New Deal' y el presupuesto entero de la NASA incluidos los viajes a la Luna... Pero, los fundamentalistas del mercado desregulado, como si llueve. Según ellos, el mercado, cuando se respetan los acuerdos libremente aceptados, garantiza que cada cual cargue con las consecuencias de sus —buenas o malas— acciones...

    Un relato que la crisis ha revelado lleno de costurones. Ni uno de sus principios se ha mantenido. Los ciudadanos hemos visto violados acuerdos fundamentales a pesar de cumplir con nuestra parte: empresas y hogares solventes que, sin haberse enredado en apuestas arriesgadas, han encontrado cerradas sus fuentes de financiación; trabajadores a los que se les modifican las condiciones laborales (indemnizaciones por despido, calendario laboral, cotizaciones sociales de los empresarios) pactadas en complicadas negociaciones y, en muchos casos, convertidas en derechos; votantes que ven como se desmantela un Estado del bienestar que los partidos se comprometieron a sostener; empleados públicos a quienes se reprocha su estabilidad laboral, algo que estaba en el acuerdo inicial que establecieron cuando optaron a sus puestos.

    Tampoco se ha cumplido el principio de que “quien la hace, la paga”. Ni los bancos cargaban con el riesgo de las hipotecas ni los intermediarios financieros tenían que degustar el veneno de las titulaciones que inyectaban en las venas del sistema financiero. La supuesta relación entre las acciones y la (justa) retribución quedaba en nada cuando las agencias de calificación, contratadas por las propias entidades que evaluaban, sabían que si hacían debidamente su trabajo, lo perderían, que su mejor modo de conservar el negocio era callarse, o cuando los sistemas de las bonificaciones e incentivos alentaban en los empleados de los bancos de inversión o de gestión de fondos una apuestas temerarias a corto plazo con las que ellos ganaban un fortuna, despreocupándose por los intereses de sus clientes y hasta de sus empresas.

    Con todo, los mayores descosidos los ha experimentado la retórica de la bondad de los resultados, según la cual, la competencia desregulada asegura el bienestar y, de paso, el castigo del mal comportamiento. En realidad, se impuso lo contrario, una penalización de los decentes y una amplificación incontrolada de las patologías...

    Mas aunque el relato conservador no se sostenga, la izquierda no levanta cabeza. La crítica no es suficiente. Hacen falta propuestas. Un terreno yermo, si miramos el panorama más cercano. Pero hay vida más allá de nuestra triste izquierda. Basta con compararnos, ahora que se aproximan las elecciones francesas, con nuestros vecinos. Un par de ejemplos que confirman que la radicalidad no es enemiga de la calidad: la defensa de un Estado garante del contrato social y de la protección bienestarista de Philippe Aghion, en 'Repensar l’État', o las iniciativas fiscales basadas en los principios de equidad, progresividad real y democracia de Thomas Piketty en 'Pour une révolution fiscale'.

    Desafortunadamente tampoco basta con tener claros retos y soluciones. En el desierto y sin alimentos, o con una enfermedad curable y sin seguro médico ni recursos, de poco me sirve conocer la solución a mis quebrantos. Al final, lo importante es poder aplicar las propuestas. El poder, que de eso va la política real. También en esto hemos aprendido...

    FÉLIX OVEJERO

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  2. Lo cuenta hoy Vicente Lozano y no tiene desperdicio a la hora de sacar moralejas:

    'Actualidad Económica' publica en su último número una entrevista con Juan Roig, el presidente de Mercadona, que debería ser de obligada lectura para los que manejan dinero ajeno. Uno de los sucesos que narra se refiere al mejillón. El cliente de la cadena pagaba 1,473 € por los mejillones que Mercadona traía de Italia a 0,62 € porque eran 'más baratos que en las lonjas de los puertos españoles, donde costaban 1 €...

    Pero alguien calculó que si se sumaban todos los costes del proceso –transporte y mano de obra, sobre todo–al final salía más barato comprarlos aquí; y así se hizo. Lo mejor es que Mercadona trasladó al cliente toda la bajada que consiguió y éste pasó a pagar 1,439 € por los mejillones, mientras que la cadena mantuvo el mismo margen anterior.

    Con medidas similares, Mercadona se ha aupado al liderazgo de su sector y ha creado 4.000 empleos fijos durante la crisis. Este empeño por afinar hasta el céntimo choca con el caso Invercaria, por citar lo último, empresa pública andaluza desde la que se han repartido alegremente cientos de millones de euros de los contribuyentes...

    . . . . . . . . . . . . (diario 'El Mundo')

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  3. ¿SUBIR MÁS IMPUESTOS por los Déficits? ¡NO, tan sólo, bastaría con realmente COBRARLOS!

    No es razonable que se meta la piqueta al Estado del Bienestar mientras se renuncia deliberadamente a ingresos como los derivados de impuestos como el del Patrimonio o el de Sucesiones y Donaciones, transferidos y bonificados en algunos territorios prácticamente en su integridad. Haciendo la cuenta de la vieja, una gestión adecuada de estos tributos serviría para enjugar casi la mitad del esfuerzo que ahora se les pide.

    Se dirá que las autonomías también han tratado de allegar recursos creando nuevos hechos imposibles, y es verdad. Antes de que a la Generalitat catalana le diera por gravar todo lo que se mueve o tose, ya habían aparecido impuestos propios sobre depósitos bancarios, premios del bingo, medioambientales, tributos a grandes superficies o a tierras infrautilizadas y aprovechamientos cinegéticos. ¿Que cuánto les supone? Pues una cifra ridícula en torno al 1% del conjunto de sus ingresos.

    Del disparate general no ha escapado la Administración Central, que en la etapa de Zapatero llegó al paroxismo. Un ejemplo es el Impuesto de Sociedades, que el PP se empeña en no modificar, y que ha pasado de recaudar cerca de 45.000 millones en 2007 a poco más de 16.000 en 2010. La magnitud de esta caída es muy superior a la disminución de los beneficios empresariales a consecuencia de la crisis y, por tanto, ha de explicarse por otras razones.

    Entre ellas están los cambios normativos que han permitido a las grandes empresas, que deberían tributar sus beneficios al 30%, hacerlo por debajo del 10%, cuando ese mismo tipo efectivo estaba en 2006 cerca del 20%.

    A ello se añade un diseño perverso que, como han denunciado recientemente los inspectores de Hacienda, fomenta que las compañías se endeuden aquí, donde es más rentable deducir los gastos financieros, para crear empleo fuera al estar muy bonificada este tipo de inversiones, y cuyos retornos ya no tributan en España. Es a lo que se llama vulgarmente hacer un pan como unas hostias.

    Recuperar la cordura en materia fiscal y combatir seriamente el fraude ahorraría bastantes sacrificios a la espera de que se desentrañe el otro gran enigma: ¿Cómo se va a incentivar la creación de empleo, de la que todo el mundo habla como único remedio para salir del marasmo, si aquí, por no gastar, se han prohibido hasta las bromas? (ver, hoy, en vozpopuli.com)

    Juan Carlos Escudier

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  4. Esto nos pasa por andar tan atentos a -¡SUS!- batallitas interpartidistas... mientras ke las formaciones políticas tan supuestamente rivales consensúan o se reparten su respectiva cuota parte de corruptelas y extravagancias luego pagadas por el común:

    http://wiki.nolesvotes.org/wiki/Corrupt%C3%B3dromo#Casos_m.C3.A1s_importantes

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