sábado, 31 de enero de 2015

Sobre [última] Investigación y Ciencia: de -las posibles mejoras en...- 'el Cerebro que Medita'


Desde su primer ejemplar del presente mes, la revista “Investigación y Ciencia” (Enero de 2015) difunde un artículo -ya editado: 'Scientific American', Nov. 2014- por Richard J. Davidson, Antoine Lutz y Matthieu Ricard, previa mente...
 
 
"Meditar produce cambios fisiológicos del cerebro, como en el volumen tisular de ciertas áreas. Quienes lo practiquen también experimentarán efectos psicológicos beneficiosos: reaccionan más rápido, a sus estímulos, y siendo menos propensos al sufrir determinadas formas del estrés.
 
Tres formas comunes de meditador (atención focalizada, consciencia plena y compasión) se practican ahora en muchas partes, desde hospitales hasta colegios; cada vez más, han ido sometiéndose a un escrutinio científico con laboratorios por todo el mundo…
 
La meditación constituyó actividades antiguas que, por diversas maneras, ya formaban partes en casi todas las religiones del mundo. Sus prácticas, derivadas de varias ramas del budismo, se han abierto camino en el mundo secular durante los últimos años como algún modo para promover la calma y el bienestar general.
  
Cuando la Sociedad de Neurociencia invitó a Tenzin Gyatso, el decimocuarto dalái lama (líder del budismo tibetano), para que pronunciase un discurso ante la reunión anual de 2005 en Washington D.C, unos cientos de los casi 35.000 miembros que iban a estar en el encuentro pidieron que se le anulara la invitación. Pensaban que un dirigente religioso no tenía lugar en una reunión científica. Sin embargo, él supo plantear a la concurrencia una pregunta provocadora mas, en última instancia, productiva: «¿qué relación podría existir entre la ciencia moderna y el budismo, una tradición filosófica o espiritual antigua india?».
  
El dalái lama, siguiendo el lema «hechos, no palabras», había tratado ya de responder a esa pregunta. En los años 1980 inició un debate sobre ciencia y budismo que llevó a la creación del Instituto Mente y Vida, dedicado al estudio de la ciencia contemplativa. En 2000, dio un nuevo enfoque a su empeño. Puso en marcha la subdisciplina de «neurociencia contemplativa» proponiendo a los científicos estudiar actividad cerebral para meditadores budistas expertos (con más de 10.000 horas en su práctica).

Durante casi 15 años más de 100 practicantes del budismo monacales y laicos, así como numerosos principiantes, han participado en aquellos experimentos científicos con la Universidad Wisconsin-Madison y otras 19 universidades más al menos. El presente artículo, de hecho, es producto de una colaboración entre sendos neurocientíficos y un monje budista que inicialmente se formó como biólogo molecular.
  
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La comparación entre imágenes cerebrales en meditadores expertos con las de neófitos y no meditadores ha permitido empezar a vislumbrar por qué tales conjuntos de técnicas para el mejor entrenamiento mental pueden proporcionar beneficios cognitivos o emocionales. Los objetivos en la meditación, de hecho, se solapan con muchos otros referentes a psicología clínica, psiquiatría, medicina preventiva y educación. Según se indica por cada vez más datos, meditar puede ser tratamiento eficaz para las depresiones o el dolor crónico; y, además, ayudando a cultivar una sensación de bienestar general.
 
El descubrimiento de los beneficios con la meditación coincide junto al reciente hallazgo neurocientífico que mues­tra cómo el cerebro adulto puede seguir transformándose por la experiencia profundamente. Esos estudios nos han demostrado ya que, cuando aprendemos al hacer –por ejemplo- malabares o tocando un instrumento musical, el cerebro sufre cambios a través del proceso llamado neuroplasticidad. La región del cerebro que controla mov­imiento de los dedos en un violinista experto se vuelve progresivamente más grande por tal dominio sobre su instrumento. Un proceso similar parece ocurrir cuando medita­mos.
 
Nada cambia en el entorno, pero cada meditador regula los estados mentales para permitir así cierto modo del enriquecimien­to interior, con algunas experiencias que se ha comprobado terminan afectando al funcionamiento de su cerebro y hasta por otras es­tructuras físicas.
 
Determinadas evidencias acumuladas con esta investigación han comenzado a demostrar cómo la meditación puede reorganizar los circuitos cerebrales y -‘cableándolos’, adecuada mente- acabar incluso hasta produciendo saludables efec­tos, no sólo en la mente o su cerebro, sino por todo el cuerpo (…)
 
En principio, la meditación es relativa­mente simple (…) El medi­tador comienza por asumir una postura física confortable no muy tensa ni demasiado laxa, deseando auto-transformarse y el bienes­tar de los demás, así como un alivio de su sufrimiento. Más tarde los prac­ticantes deben estabilizar su mente, que muy a menudo se les alborota con desorden, viéndose ocupada por un incesante correr de cháchara interna. El dominio de nuestra mente requiere liberarse del condicionamiento mental automático y las confusiones internas (…)
 
Hace poco, los neurocientíficos han empezado a investigar lo que sucede por el interior del cerebro durante diversos tipos de meditación. Wendy Hasenkamp y sus colegas, entonces aun desde la Universidad en Emory, usaron imágenes cerebrales para identificar las redes neuronales que se activaban por los tipos de medi­taciones con 'atención focalizada'. Durante algunas exploraciones con escáner, los participantes entrenaron su atención en la sensación producida por el respirar. Como es típico por tal tipo de meditación, durante las prácticas la mente tiende a vagar hacia otro cualquier objeto, desviándose desde sus propósitos; y los medi­tadores deben reconocerlo, para volver a restaurar su atención de nuevo, al ritmo gradual de la inhalación y exhalación (…)
 
Desde nuestro laboratorio en Wisconsin pu­dimos observar además diferentes pa­trones con respecto a las actividades en función del nivel de la experiencia para cada practicante. Medi­tadores veteranos –o sea, tras más de 10.000 horas en su práctica- mostraron mayor activi­dad por zonas cerebrales relacio­nadas con la atención, comparados con los novatos. Y paradójicamente, los más experimentados practicantes dem­ostraron una menor activación que otros de menos experiencia. Meditadores avanzados parecen adquirir un tal nivel de sus habilidades que les permite alcanzar el estado centrado, enfocando la mente con menos esfuerzos. Esos efectos se ase­mejarían a las posibilidades del músi­co experto y el atleta, capaces para sumergirse en el 'flujo' por su actuación, effortful control; o sea, sin sentido apenas de controles intencionados (…)
 
ENTRE LA CORRIENTE DE NUESTRAS CONSCIENCIAS
  
El segundo tipo en la meditación, bien es­tudiado también, se refiere a otra forma de atención: mindfulness, o conciencia plena. El meditador debe tomar nota de cada imagen o sonido, reparando en todos ellos, a la vez que se hace un seguimiento sobre las sensaciones cor­porales internas y su monólogo interi­or. La persona se mantiene consciente de lo que va pasando sin llegar a estar demasiado preocupada por ninguna percepción o pensamiento en particular, regresando a tal enfoque desapegado cada vez que la mente se aleja distrayéndose.
   
A medida que la conciencia sobre cuanto va sucediendo por los alrededores de cada uno crece, factores irritantes normales entre lo más cotidiano –colega molesto en el trabajo e inquieto niño del hogar, como ejemplo– se vuelven menos perturbadores, al desarrollar sensación hacia bienestar psicológico (...)
  
Mantenerse al tanto y dándonos cuenta de una sen­sación desagradable puede reducir las respuestas emocionales inapropiadas a ese problema, ayudando además al ir más allá del sentimiento negativo, lo que puede ser muy útil particular­mente al tratar dolor.
  
También desde los laboratorios de Wisconsin, hemos estudiado a profesionales con ex­periencia en atención plena mientras realizaban formas avanzadas de med­itación llamadas ‘consciencia pura’ o ‘presente abierto’. Durante aquéllas la mente buscará mantenerse tranquila o relajada, no centrándose sobre nada en particular, aunque también esté vívida­mente clara y libre de cualquier excitación u ofus­camiento aburrido. El que medita observa estando muy abierto a la experiencia pero sin hacer ningún intento para modificar, interpretar, rechazar o ignorar sensaciones dolorosas. Y hallamos que, si bien la intensidad del dolor en los meditadores no se redujo, en cambio, sí les molestó menos que a otros miembros del grupo de control.
 
En comparación con quienes más novatos eran sólo, a meditantes expertos les disminuye actividad cerebral en zona relaciona­da con ansiedades –como la corteza insu­lar y su amígdala– durante un período ante­rior al estímulo doloroso. La respuesta cerebral de los meditadores en re­giones relacionadas con el dolor, después de varias exposiciones repetidas a lo mismo, fue acostumbrarse al estímulo más rápi­damente que los principiantes (...)
 
ESTADOS MENTALES COMPASIVOS Y BENEVOLENTES
  
Más reciente, Tania Singer y Olga Klimecki, ambas del Max Planck Institute for Human Cognitive and Brain Sciences en Leipzig, Alemania, colaborando con uno de los autores (M. Ricard), intentaron distinguir efectos para el meditador por las empatías o la compasión. Se dieron cuenta de que lo compasivo y el amor altruista estaban asociados a emociones positivas y sugirieron que los agotamientos emocionales por consumirse -tras quemazón, o del burn out- son, efectiva mente, una especie de ‘fatiga’ en la empatía (…) 
  
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Otras pruebas del laboratorio han demostrado cómo los entrenamientos con meditaciones aumentan capacidad para tener mejor control o am­ortiguar respuestas fisiológicas bási­cas (por ejemplo, la inflamación y nive­les en una hormona del estrés), ante tareas que socialmente resultan estresantes, tales como dar discursos públicos, hacer cálculo mental frente a un jurado severo (…)
 
 
CAMINO AL BIENESTAR DEL SER EN LA CONSCIENCIA
 
Quienes meditan producen cambios, no sólo a procesos cognitivos y emocionales bien definidos, sino también sobre volú­menes de ciertas áreas del cerebro; lo que posiblemente nos refleje alteración en el número de conexiones entre las células cerebrales o neuronas.
 
Unos estudios preliminares reali­zados por Sara W. Lazar y sus colegas en la Universidad Harvard mostraron cómo entre los meditadores de toda la vida, comparándolos con un grupo control, el volumen de tejido más oscu­ro del cerebro –'materia gris'– les crece para la ínsula y cortezas prefrontales (sobre todo, las regiones denomina­das ‘Áreas de Brodmann 9 y 10’, que se activan frecuentemente durante diver­sas formas de meditación). Estas diferenciaciones fueron más pronunciadas en los participantes con mayores edades del estudio, lo cual sugiere cómo la meditación podría ralentizar el adelgazamiento de tejido cerebral propio del envejecimiento.
   
Por un estudio siguiente para otros contrastes, Lazar y colaboradores también nos demostraron ya cómo entrenamiento en mindfulness o conciencia plena hizo disminuir volúmenes de la amígdala, una región implicada para procesa­miento del miedo, en aquellos partici­pantes que mostraron reducción más notable de su estrés durante todo el tiempo transcurrido al entrenarse. Además, Eileen Lüders y sus colegas en la Uni­versidad para California, de Los Angeles, observaron más diferen­cias para los meditadores en las fibras -lla­madas 'axones'- que conectan diferentes regiones del cerebro entre sí; lo que sugiere algún mayor número de conexiones cer­ebrales.
 
Estos datos observables pueden apo­yar hipótesis de que las meditaciones logran hasta provocar alteración estruc­tural en algún supuesto dentro del cerebro (…)
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Ya existen algunas pruebas del cómo la meditación –o su capacidad para mejorar bienestar general– puede disminuir inflamaciones y otros proble­mas del estrés biológico ocurridos a escala mo­lecular. Una colaboración entre nuestro grupo y otro liderado por Perla Kalimán del Instituto de Investigación Biomédica en Barcelona mostró cuánto un día inten­sivo de práctica sobre atención plena en meditadores experimentados rebaja las actividades de genes relacionados con la inflamación y altera el funcionami­ento de aquellas enzimas que participan activándolos o al desactivarlos.
  
Por fin, un estudio de Cliff Saron -en otra Univer­sidad californiana, de Davis- examinó efectos del meditar en... algunas moléculas involucradas por las regulaciones para todas [nuestras] lon­gevidades celulares; y la principal molécula en cuestión es una, llamada telomerasa, que alarga segmentos del ADN en los extremos de cada cromosoma. Esos seg­mentos, o telómeros, aseguran la estabilidad del material genético du­rante nuestra división celular. Se acortan cada vez que los cromosomas tienen sucesivas divisiones y es detenida toda nueva partición, mutando la célula gradualmente a su estado en senes­cencia ya, cuando dicha longitud mengua por debajo de algunos um­brales críticos.
 
Al ser comparados frente a unos grupos de control, los meditadores que mostraron más pronunciadas reducciones en el estrés fisiológico también tuvieron una mayor actividad de la telomerasa tras fi­nalizar su retiro. Ese hallazgo sugiere que la conciencia plena -o 'mindfulness'- podría retrasar entre sus practicantes incluso alguno de los mismos procesos del envejecimiento celular..."
  
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2 comentarios:

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    Del coreano Yu Chi-Hwan (1908-1967), traducido por Kim Hyun-Chang:

    "En la vereda por donde van y vuelven
    mañanas o tardes azules como el agua,
    hay que vivir entre los buenos vecinos
    bajo un gran cielo azul, con las flores.

    Yo camino en soledad todas las noches
    por la cumbre solitaria que protege mi vereda;
    nunca será inevitable ningún destino,
    el destino es no evitar lo evitablle."

    Con saludos,
    del almirante Ruina

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