domingo, 29 de marzo de 2015

Castigo para banqueros, ¡no Trabajadores!, y sostén -con Ingreso Básico- a los Ciudadanos


En esta España donde seguimos hipotecándonos cada día más -pese a tenerse acumulada Deuda pública, ya, por más de 30.000 € per cápita (ó esos otros "24.000 €/persona, sólo", reconocibles con 'Protocolos del Déficit Excesivo...' impuestos desde BCE tras excluir al ingente 'Rescate Financiero' de ser contabilizado)- cobraría pleno sentido la reflexión de John K. Galbraith: "un rico país puede garantizarles perfectamente, a quienes no la tienen, su renta..." de hasta cuanto se juzgue nuestro 'Mínimo vital' hoy [unos 6.000 ]... que a muchos falta.
  
   
Era recordado aquí hace 4 años. "El Premio Nobel en Economía 2001, ex vicepresidente del Banco Mundial  y ex economista jefe de FMI, Joseph Stiglitz acaba de formular la misma idea: 'como no se han cansado de repetir tanto J. K. Galbraith, Jr. [hijo del antedicho JKG, Sr.: longevo decano de los economistas norteamericanos, profesor en Harvard, embajador y asesor presidencial yanqui] cuanto el penalista económico William Black, no podremos resolver la crisis económica a menos de meter en la cárcel a los delincuentes que han cometido actos fraudulentos'... Y otro ganador del premio Nobel en Economía como George Akerlof ha demostrado que la negligencia en punto a castigar a los delincuentes de guante blanco -o, a fortiori, el rescatarlos- crea incentivos para que se cometan más delitos económicos, procediéndose a una ulterior destrucción de la economía en el futuro..."
 
         .
Con 12 años de adelantamientos, editores del Semanario británico 'TIMES Higher Education Supplement' pidieron a una serie conspicua entre sabios eméritos –en 1999- que frente al inicio de nuestro siglo XXI expusieran brevemente ‘aquellos anticipos, innovaciones o/y deseos personales (pre)juzgables, en cada caso, como más relevantes para el campo de sus ocupaciones intelectuales ["Great Minds on the Future"] durante los 100 próximos años’.
   
El conjunto de autoridades englobaba un espectro tan diverso –amplia mente- para, entre otras, incluirse al ADNólogo Watson con la Internética Spender, el cosmólogo Weinberg, el et(ic)ólogo Singer, la cyborg-psiquiatra Turkle, el [S]Futurista Clarke, la gen-terapista Anderson, el evolucionista Gould, la fármaco-neuróloga Greenfield, el socio-lingüista Chomsky, la bióloga Margulis, el literato Eco, el econo-Nobel Sen, el oncólogo Nurse, el ‘padre_de_la_píldora’ Djerassi, el paleo-antropólogo Stringer, el politólogo Fukuyama, el sicólogo Goleman, la publicista Showalter, el ecólogo-químico ambiental Rowland, etc. (publicado PREDICCIONES: 31 grandes figuras pronostican el futuro’, 2000, ed. Taurus). Y entre todos ellos hubo un par –el reiterado JKG más cierto filósofo donostiarra, FS- que coincidieron al escoger su premonición, de plena vigencia hoy aún:
    .
" I.- CASTIGAR BANQUEROS, NO A TRABAJADORES
( por John Kenneth Galbraith )
        
El desarrollo económico y social que más me gustaría ver en este siglo es algo que aborde con firmeza lo que he contemplado en el siglo que ha terminado. Se refiere a la pobreza, y cuenta con dos manifestaciones claras. En las grandes ciudades de los países industriales aún existen islas de privación, y esto especialmente cierto es en Estados Unidos. La desigualdad sería una característica básica.
    
La brecha entre niveles de rentas debe ser reducida y, en particular, mejorando las condiciones de quienes ahora son los más desfavorecidos. No hay nada que niegue tanto el disfrute de la vida y en realidad de libertad misma como falta total de dinero, o una situación que se le aproxime. En un país rico puede garantizarse, a quienes no la tienen, su renta. Si algunos no trabajan, que así sea. Se sabe que también los ricos ocasionalmente prefieren el ocio.
 .      
      
Por el mundo, en su conjunto, hay demasiadas poblaciones empobrecidas extremadamente. Y son personas, en todo caso: sufren de hambre, falta de techo o enfermedad, estén donde estén. Como seres humanos deben ser el objeto de toda nuestra compasión y nuestras ayudas, de nuestra preocupación y aun acciones. Debemos reconocer también cómo el fin del colonialismo dejó a ciertos países sin Estado o con unos gobiernos crueles, oligárquicos e incompetentes de los que no cabría esperarse bienestar alguno.
      
En el futuro deberá existir algún procedimiento por el cual unas fortalecidas Naciones Unidas suspendan la soberanía en países cuyos gobiernos estuvieren destruyendo a sus súbditos. No podemos en conciencia seguir aceptando unas décadas de crueldades como las experimentadas, y aún vigentes, para el Congo. Y también por otros lugares. En términos muy generales, desde naciones más afortunadas, deben haber -preparadas y copiosas- algunas ayudas hacia las más pobres.
  
Habrá que lidiar con otros problemas. El capitalismo sigue tendiendo a la inestabilidad debido a errores sistemáticos, como sucede actualmente en Asia, bajo su naciente forma en Rusia o por América Latina y potencialmente -cuando finalicen las 'burbujas' de Wall Street- en Estados Unidos. Nuestros remedios presentes están rescatando muchos banqueros e industriales, precisamente aquellos que antes fueron los [más] propensos a la insania o causantes del todo, y prescriben restricciones para otras ayudas entre quienes más padecen el desastre.
   
Tal la oratoria (doctrina fundamental de Reagan era que, ‘si se alimentase al caballo con suficiente avena, una parte de la misma desembocaría finalmente entre comida para los gorriones’). Tal el Fondo Monetario Internacional, que salvó a los banqueros y otros ejecutivos responsables de la crisis, urgiendo insistir en presupuesto restringido a expensas de los trabajadores o del público en general... Deberíamos conservar el FMI, pero bajo una forma más compasiva, más socialmente equitativa. Es innecesario aclarar que ansío en este campo ver reformas...
   
 
      .
 II.- REFORZAR A LA CIUDADANÍA 
                                                      ( por Fernando Savater )
      
…Como el futuro escrito no creo que ya esté y sea por lo tanto inamovible, la tarea de adivinar o profetizar en el porvenir me resulta totalmente ajena. Lo único que sé con certeza es que mañana estará hecho oor la conjunción entre las elecciones libres de los seres humanos y el azar (es decir, los aconteceres imprevisibles), exactamente lo mismo que fue ayer. Tampoco me parece estimulante un empeño melancólico de señalar cuáles serían las líneas más probables que seguirá el desarrollo de nuestras sociedades, porque tales augurios supuestamente científicos no suelen tener más base que pesimismo instintivo –‘piensa mal y acertarás’- o fes en alguna de las ilusiones tecno-democráticas para nuestra hora.
        
En cambio, podría no estar mal el que hablásemos de los posibles, por difícil o improbable que hoy nos parezca su consecución. Porque realizar lo posible dependerá en gran medida de que lo deseemos eficazmente, y para desear algo poniendo en práctica todos los medios de conseguirlo es imprescindible antes el llegar a imaginarlo… No hablo de ninguna imaginación ‘utópica’, frente a la que tengo serias reservas históricamente fundadas, sino de una imaginación al servicio de nuestros ideales.
    
Quizá el ideal social que hoy me parece más importante es el de la Ciudadanía. Entiendo por ciudadano el miembro, consciente y activo, de una sociedad democrática: aquél que conoce sus derechos individuales y sus deberes públicos, por lo que no renuncia a su intervención en la gestión política de la comunidad que le concierne ni automáticamente delega todas las obligaciones que impuso ésta en manos de los ‘especialistas del dirigir'…
   
Y, desde luego, la formación del ciudadano responsable tiene unas importantes bases educativas; es decir, alguna formación intelectual en los valores compartidos o en los hábitos del pensamiento crítico racional (que incluyen tanto capacidades de persuadir argumentalmente como la del ser convencidos con argumentos, excluyendo, por tanto, el fanatismo de principios absolutos a priori), según intentaba explicar ya en alguno de mis libros. Pero aun siendo muy importante, la educación no puede servir por sí sola para cimentar auténtica ciudadanía democrática.
   
Se necesita también una determinada base económica que nos garantice autonomía efectiva en la comunidad a cada uno de los socios. La miseria total o desposesiones completas de medios para subsistencias, incluso una precariedad abusiva del modo para conseguirlos, excluyen –a los, por ellas, afectados- de cualquier participación ciudadana que no sea mera burla o solo remedo servil. Es signo distintivo de todas las democracias, empezando desde luego por la ateniense, el preocuparse de uno u otro modo por aliviar la condición en los desfavorecidos para posibilitar su participación cívica.

  
   .
Si no me confundo, fue Tom Paine -valiente autor de ‘Los derechos del hombre’- quien ya el 1792 teorizó por primera vez con modernidad sobre la urgencia del garantizárseles alguna serie de ayudas a los grupos o situaciones sociales económicamente comprometidos, entendiéndose tal apoyo social no para un mero subsidiar a la indigencia sino como auténtico Derecho de los ciudadanos, todos. Considero ésta la idea que hoy deberíamos recuperar, y profundizar aun más, decididamente.
  
En esta sociedad tecnológicamente hiperdesarrollada entre la que hoy vivimos, donde los instrumentos automáticos han sustituido ya ventajosamente a tantos puestos de trabajo, vivimos presos con un círculo infernal: el liberalismo aboga por una cada vez mayor desregulación de las legislaciones laborales, que aumenta el nivel de pobreza real existente y excluye a unas crecientes cantidades de individuos en la protección social, mientras que la socialdemocracia tan sólo acierta promoviendo leyes que frenen iniciativa privada, una elección del trabajo a tiempo parcial y aquellas actividades no remuneradas pero socialmente útiles.
  
Sería momento de pensar en una Renta Básica para todos los ciudadanos, entendida no como ningún subsidio a los necesitados sino cuanto por derecho democrático general. Tal ingreso debería garantizarnos la subsistencia mínima de las personas, con lo que se convertiría el trabajo en una opción más libre o temporal, potenciándosenos practicar las actividades humanitarias u otras creativas que los mercados actualmente no recompensan e incluso se facilitaría la negociación más equitativa para condiciones laborales entre patronos y empleados.
  
¿De dónde saldrían los fondos para implementarse tal Ingreso Básico? Sin duda habría que reformar ya los actuales subsidios sociales, gravar el trabajo remunerado por algunos impuestos y -con mucha más razón- las especulaciones financieras (la llamada ‘tasa Tobin’ apunta en esas direcciones)...
  
Pero sobre todo habría que tomar conciencia clara de que, por mucho que indudablemente el desarrollo económico debiese a las iniciativas personales de unos cuantos, toda nuestra riqueza –fundamentalmente- social es... y no puede desentenderse de sus obligaciones comunitarias, es decir, democráticas…
  
Desde luego, esta iniciativa comporta dificultades prácticas y hasta morales. ¿Cómo contrapesar dicha desaparición del sentido de 'necesidad' real, que hoy estimularía cualquier actividad social? ¿Cómo evitar que la 'vocación' para ser útil sea sustituida por el pasivo derecho a cobrar del ‘maná’ estatal? 
    
Pero me parece merecer la pena que tales retos al fin sean afrontados y se discutan, si no queremos seguir rodando por una pendiente que lleva nuestras democracias hacia la dictadura oligárquica de los dueños financieros del trabajo y al meritoriaje ante las asistencias públicas cada vez más rácanas en sus prestaciones igualitarias. Es decir, alguna fabricación -industrial- de 'ciudadanos' que nunca podrán ejercer efectivamente como tales o que no lograrán llegar a serlo efectivamente más que de nombre...   
   
[ difundido por blogs de 'Re(d)formas en Serio', 2009, originaria mente ]
.  
   

1 comentario:

  1. "No ha habido ningún debate serio..." -según Félix Ovejero anteayer señalaba en ElPais- sobre los asuntos más candentes puestos en el candelero patrio por Podemos, última mente:

    "...Nada de eso ha sucedido. Se observó al valorar la 'RENTA BÁSICA', propuesta con respetabilidad académica y que, desde luego, no queda despachada con objeciones a bote pronto —las hay atendibles— como que invita a gandulear.

    El debate se zanjó sin debatir, con la misma frivolidad con la que comenzó, entre otras razones porque, cubierta la campaña europea, Podemos, los primeros frívolos, se olvidaron de la idea y hasta levantaron doctrina de su frivolidad: 'A las europeas no vas con un programa para gobernar', precisó Errejón.

    La tasación de la Renta Básica no es sencilla. Lo debido ante las ideas nuevas es evitar tanto el 'de qué se habla, que me apunto' como el 'qué se habla, que me opongo', aunque solo sea por lecciones aprendidas en la historia de nuestras democracias.

    También el Sufragio Universal o el Voto de las Mujeres fueron recibidos con sarcasmo cateto y descalificación urgente. Y algo parecido sucedió con sensatas propuestas de reforma del sistema financiero (como el plan Chicago en los años 1930) que, a pesar de sus avales científicos, se ignoraron y así nos va.

    Por supuesto, ello no nos obliga a experimentar a ciegas, pero sí a atender a esos experimentos sin sangre que son los modelos teóricos de los investigadores..."
    .

    ResponderEliminar