viernes, 7 de julio de 2017

Gregarias porciones de carne bien pulcras, correctas e identitarias mentes, narcisistas

  
¿Una imagen vale por más palabras? ¡Pues aquí ahora nos irían cundiendo ejemplos dados por las payasadas entre ganadores o/y demás oponentes en cucaña pluripartidista de los Poderes a la que consiguen se tome como ‘actualidad’ única estupefaciente, monopolizando información!
 
"Es bien sabido, pero conviene recordárselo a los jóvenes, que De Gaulle nombró a Malraux ministro de Cultura el año 1958. En aquel momento, lo de poner a un ministro al frente de algo llamado ‘cultura’ era una excentricidad. De hecho (y aunque los jóvenes no lo crean) por entonces la Cultura no era un asunto del Estado.
 
 
 
La rareza se duplicaba al considerar la persona elegida para el cargo. Malraux era un novelista de éxito, muy celebrado por una vida aventurera que le había llevado de la antigua Indochina, a la Guerra Civil española, la 'Resistencia' y las repúblicas soviéticas.
 
No entendía nadie para qué se necesitaba el nuevo ministerio, ni mucho menos que lo dirigiera un tipo tan singular. Desde el primer momento los altos funcionarios de la Administración francesa se dedicaron al boicotearlo: no podían tragarse a un autodidacta que no sabría redactar informes debidamente refitoleros.
 
También la izquierda cargó contra él porque, decían, una cultura de Estado es una cultura 'dirigida' y por tanto fascistoide. Sólo admitían el fascismo de Moscú. Pero es que Malraux tenía una idea elevada de la cultura, la cual no era ni una diversión para las masas, ni un sermón ideológico.
  
La cultura era, dijo, ‘el conjunto de misteriosas respuestas que puede darse un hombre cuando contempla en el espejo lo que será su rostro tras de la muerte’... Algo difícil de entender por funcionarios y comunistas.
       
La generación de Malraux, como la mía, aún no había pintado a la muerte de purpurina. Los años transcurridos desde entonces han eliminado cualquier tentación de darle un significado a la nada, de ‘arrancarle algo a la muerte’. Y la cultura de Estado es hoy el Día del Orgullo Gay, la Liga, o la Diada Nacional: diversiones para gente persuadida de ser inmortal."
  
   
La palabra SOBERBIA proviene del latín ‘Superbĭa’, y es un sentimiento de valoración a uno mismo por encima de los demás, sobrevaloraciones del yo con respecto de otros; esto es, algún sentimiento de superioridades que tenderían a exteriorizársenos presumiéndose por condiciones o ideas propias y menospreciando las ajenas: una falta -o ‘pecado’- capital al ostentar ‘supremacismos’ carentes de cualquier humilde prudencia.
 
Esa cualidad se diferenciaría del Orgullo en el ser -éste último- disimulable, y aun apreciado, cuando surja desde virtudes o causas nobles; mientras que la soberbia manifiesta deseo de ser preferido por otros basándose en mera satisfacción de propia vanidad, del yo, que se siente como ‘ego’. Puede verse cuánto el ORGULLO suele derivar hacia Soberbia, la cual es cualquier actitud consistente ya en petulancia de las personas que intentan envanecerse a sí mismas.
 
Pero ya nos avisó Lao-tsé al respecto: “Quien se sostiene de puntillas no permanece mucho tiempo en pie. Quien da largos pasos no puede ir muy lejos. Quien busca exhibirse carece de luz. Quien se alaba no brilla. Quien se pretenda ensalzar no merece honores. Quien se  glorifica no llega”…
 

5 comentarios:

  1. Ejemplo del cómo titulares de ‘POST-VERDAD’ sustituyen a otra coherencia racional en reality-show de la lucha por imágenes populistas con que hipnotizar votantes impresionables:

    - Al retomar P. Schez liderazgo (interno) del PSOE tras mutar su fracasada consigna del ‘No es no’ -frente Abstención con que se terminó poniendo fin al prolongado Gobierno ‘provisional sólo en funciones’ de Rajoy- por otro programa del nuevo ‘Somos la izquierda’ [!], decidió cambiar el voto ‘Sí’ hasta entonces anunciado al CETA (tratado comercial entre la UE y Canadá) por Abstención, no tan lejos del ‘No’ que pide UP…

    - Mas el nº 19 del ‘Argumentos Socialistas’ (por ‘Izquierda Socialista’, en el PSOE) dedicado a ‘El valor de los SS.PP’, texto de portada titulado ‘A fondo. Posición de los socialistas europeos ante la política comercial de la UE y defensa de los Servicios públicos: el caso CETA’ explicó lo siguiente:

    “Los socialistas no aceptaremos ni un paso atrás en estándares europeos de protección medioambiental, social y laboral. El elevado nivel del que disfrutamos en Europa es innegociable (…) Conseguimos que se reabriera la negociación ya concluida de CETA para eliminar el sistema de arbitraje y sustituirlo por el ICS (…) el Tratado Fundacional de la UE confiere a los Estados Miembros competencia exclusiva para regular y garantizar provisión en servicios de interés general por la manera que consideren más adecuada. Y ningún tratado comercial podrá vulnerar este principio…

    Comunidades gobernadas mucho tiempo por el PP, como Madrid y la Valenciana, ahora con Presidente socialista, han desarrollado proceso de privatización progresiva sobre servicios públicos, deteriorando paralelamente sistema público que tanto nos costó... Esta privatización de la sanidad nada tiene que ver con firmar Acuerdos Comerciales. Se ha llevado a cabo sin CETA ni TTIP.

    No cabe duda de cómo la privatización en servicios públicos se produce cuando así lo deciden gobernantes que tienen atribuidas las competencias; los socialistas no apoyaremos ningún Acuerdo Comercial salvo salvaguardar derecho de las autoridades nacionales a decidir modo en que se financian, organizan y prestan servicios públicos: gracias a nuestra posición, determinante para poder aprobar el Parlamento Europeo cualquiera, hemos conseguido quede garantizada exclusión de SS.PP…

    Lo hicimos durante el proceso de negociación del TTIP, ahora paralizado. Y en CETA. Conseguimos recoger en el mandato a la Comisión, una garantía de que nada del TTIP limitaría capacidad a Gobiernos para decidir sobre modo en el que se prestan servicios públicos de interés general (…) En cuanto a CETA (…) la Declaración Interpretativa Conjunta del Tratado, reconoce derecho a los gobiernos, en todo nivel de Administración, para decidir qué servicios reciben consideración de públicos y modo del prestarlos y gestionarlos.

    Además, CETA preservará plena capacidad, en la UE y Canadá, del adoptar y aplicar sus propias legislaciones o reglamentaciones para conseguir alcanzar objetivos de interés público, como protección y promoción de salud pública, vivienda, servicios sociales, educación pública, seguridad, medio ambiente, protección social y de los consumidores, moral pública y diversidad cultural. No impedirá que gobiernos definan y regulen prestación de todos estos servicios en aras del interés público; no requerirá que privaticen ningún servicio; ni aun impedirá que decidan devolver al control público servicios cuando los hubieran decidido privatizar antes.

    CETA no rebajará nuestras respectivas leyes y reglamentos relacionados con seguridad alimentaria y de productos, protección del consumidor, salud, medio ambiente o seguridad en el trabajo. Definitivamente, los socialistas europeos hemos realizado un importante papel en defensa del excluir Servicios Públicos ante la negociación para los Acuerdos Comerciales…”

    (Inmaculada Rguez.-Piñero, portavoz sobre Comercio internacional en el Europarlamento del PSOE)

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  2. FLORITURAS

    Si buscas en Google la frase “sólo quiero dormir”, aparecen 1.730.000 resultados. De “sólo quiero dormir y no despertar”, 5.520.000. De “reducción del Techo de Gasto”, en cambio, 472.000. Significa que pierde por goleada la “reducción del Techo de Gasto”. Suponemos que reducir el techo de gasto quiere decir reducir el gasto, a secas, aunque si se le incrusta el término “techo” parece una cosa más técnica. Hay gente que alarga las frases por no alargarse el pene. Si usted le dice a su cónyuge que tienen que reducir el techo de gasto, lo más probable es que su cónyuge le pregunte si se ha tomado la medicación. Y es que en la vida real se reducen los gastos sin necesidad de recurrir a ningún techo: los gastos de vacaciones, los de la compra, los de la ropa, los del cine o el teatro… En el mundo de la política, cada vez más despegado de las inquietudes terrenales, se complican las frases para despistar.

    Sin embargo, “sólo quiero dormir” carece de floritura alguna. Cuando tu cónyuge te dice que solo quiere dormir, es que ha alcanzado un estado de agotamiento preocupante, quizá porque lleva un año reduciendo el techo de gasto. Pero si te dice que solo quiere dormir y no despertar, no lo dudes: se encuentra al borde del colapso. Por eso se consumen tantos ansiolíticos, porque las pastillas atontan y bajan el techo de la angustia. En fin, no quiero amargarles el día, pero cuando buscas en Google “me quiero morir” aparecen 3.670.000 entradas, unas 5 veces más que “Techo de Gasto”. Lo increíble, en tal situación, es que el Techo de Gasto se fije todos los años y que no se regule la eutanasia. Otra muestra más de que nuestros gobernantes viven en una dimensión paralela. Y aquí lo dejamos porque sólo quiero dormir.

    J. J. Millás, en ‘ElPais’ (7.07.17)

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    1. No hay remedio, ausencia de una educación seria en nuestro país va creando personajes ajenos al mundo real, individuos que se sueñan héroes de teleserie o figurines de la sección rosa. Porque, en verdad, nadie sabe qué van a hacer con nosotros, sólo se les conocen gestos heroicos: cambiar nombres de calles, proponer una España en macedonia, abominar del capitalismo criminal, reprimir a quienes no forman parte de su pequeño club de prensa, bramar contra la corrupción ajena, pero no contra la propia, admirar al dictador Maduro o a los separatistas de Gerona, y así sucesivamente. La nuestra es la izquierda más fotogénica del continente (...)

      Cuando Pablo Iglesias avanza por un pasillo de las Cortes, dócil ante las 100 cámaras que le glorifican, parece que vaya enjugándose las manos con un pañuelo de yerbas, como si acabara de reparar el sifón de la cocina. Tiene un porte decididamente sindical. Por el contrario, cuando Pedro Sánchez avanza por el mismo pasillo y ante las mismas cámaras, lo hace pausadamente, con una ondulación que es híbrido de Gary Cooper y Mae West. Sonríe y saluda, parsimonioso, a derecha e izquierda, como la fascinante rubia platino: 2 estilos bien definidos.

      Esta es nuestra izquierda, qué le vamos a hacer. Una izquierda cuidadosa de su imagen y cuyos dirigentes gastan el espejo de la mañana a la noche. Gente con una vanidad tan colosal que no deja lugar para el raciocinio. Así que, en pura competencia, aislados en la burbuja narcisista, olvidan por completo que su empleo es el de mejorar la vida de sus votantes. En lugar de eso, rivalizan por ver quién pone el gesto más izquierdoso de manera que ya, en los próximos tiempos, votarán en Europa junto a los fascistas de Le Pen.

      Félix de Azúa (en FORMACIÓN, 27-6-2017)

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    2. ¡Lo peor es el ver esa tendencia... como Global, ya!

      "PUERILES

      Según Kierkegaard, Suetonio describe a los césares más tiránicos como niños muy caprichosos, dotados de poder absoluto. En efecto, vivir bajo la férula de Calígula o Nerón debía ser como padecer las intemperancias de un crío al que no se le pueden dar azotes porque es capaz de devolvernos 100 por 1. Con los autócratas de guardería caben pocas razones: como no conocen ni aprecian las reglas de la vida adulta, de ellos se puede esperar cualquier cosa, tanto risible como espeluznante.

      Es el caso de Donald Trump, con sus morros de adolescente malcriado, sus tuits de caca, pis y culo y sus chiquilladas que tienen poca gracia porque las hace sentado en el maletín con las claves del poder atómico. Desde luego Trump, gracias al sistema de separación de poderes de la democracia americana, no puede llevar sus puerilidades arbitrarias a los extremos de aquellos césares atroces, pero se las está arreglando en los primeros meses de su mandato para hacer una cantidad de travesuras bastante alarmantes. ¿Quién se atreverá a mandarle al reformatorio?

      Parece que nadie, porque a sus partidarios les gustan las burradas. Y es que vivimos en países que veneran no ya a la juventud impetuosa sino a la niñez semisalvaje. El discurso político consagra el maniqueismo de una película de buenos y malos, la argumentación se reduce a un intercambio de exabruptos y melonadas colegiales, el liderazgo consiste en ver quién mea más lejos en el patio del recreo.

      Triunfa el sentimentalismo, el “Me Gusta” o “No Me Gusta”, el no quiero lavarme y el confundir los churretes con pinturas de guerra. La cuestión ya no es qué mundo dejaremos a nuestros hijos sino qué hijos van a quedarse con el mundo. Trump, Calígula, somos TODOS del mismo cole..."

      Fernando Savater (EP / 8.7.17)

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    3. PARVULARIO

      Eran tres chicas simpáticas, parte de un grupo de alumnos de periodismo de una ciudad latinoamericana. Al terminar la clase me preguntaron si podían tomarse una foto conmigo. Ni sé por qué, para probar qué cosa, les dije: “Sí, pero les pido que no la suban a Facebook o a Instragram”. Las chicas se miraron, desconcertadas, y dijeron: “Ah, entonces no”. Ahí quedó todo, pero seguí pensando en el asunto. ¿Por qué alguien renuncia a tomarse una foto que aparentemente le importa solo por no poder mostrarla a, digamos, una decena de personas a las que, de todos modos, la foto no va a importarles un bledo? Salvando las desmesuradas distancias, no me imagino a mí misma pidiéndole una foto a Eddie Vedder, el cantante de Pearl Jam, y renunciando a hacerla solo porque el bueno de Eddie me sugiriera no subirla a la web. Claro que el único motivo por el que la gente hoy hace fotos parece ser el de regurgitarlas con urgencia en el buche glotón de las redes sociales. Una vez regurgitado allí, el vómito fotográfico dura lo que una breve eyaculación de clics y después se olvida para siempre. Pero eso no importa, porque la imagen (“Yo y Claudio Magris”, “Yo y esta pirámide egipcia”, “Yo y un jabón”, “Yo y mi butaca 24J del vuelo de Iberia”) ya cumplió su cometido: ser una pieza más del egotrip planetario cuyo lema es: “Esto existe solo porque yo estuve allí, y ahora quiero que todos vean cómo lo hice existir”. Me gustaría creer que la humanidad atraviesa una etapa interesante, marcada por una suave perversión en la que se combinan el sigilo de los voyeurs y la fornida crudeza de los exhibicionistas. Pero, lamentablemente, no es verdad. Este tiempo recuerda, más bien, a esos bochornosos momentos de la infancia en los que, si mami no nos estaba mirando, la gracia no tenía gracia. Freud lo llamaría, supongo, regresión.

      Leila Guerriero (12.07.2017)

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