lunes, 18 de septiembre de 2017

Otro escandaloso siniestro censurado: ‘la torre Grenfell’ y su infierno, entre llamas, previsto…

   
Nuestra sociedad practica, entre otros ahora, ese consenso -política mente- correcto del que no a todas las muertes de personas debe dárseles la misma publicidad; o sea, tampoco todo ser humano vivo que sea muerto se verá tan digno, para lamentar(se)... Pues habría víctimas 'de primera' -por violencias terrorista o 'del género', como ejemplos notorios- frente a otras mucho menos dadas al rechazo generalizable con 'tolerancia 0', muy en especial las disculpables en tanto que causadas por siniestralidades (daño "colateral" durante los conflictos bélicos, del transporte o/y laborales, etcétera): Business as usual...?
    
     
Han pasado ya varias semanas, pero más allá del incendio, se han sucedido las protestas con denuncias ante unos hechos en los que convergen recortes sociales, negli­gencia de instituciones más clasismo importantes; así como también destacan las muestras de solidaridad entre la comunidad para con sus vecinos. Hasta este aquí todo lo que ya sabemos. Pero como siempre, nunca mejor sino acercarnos a estas historias desde la experiencia de quienes las han vivido cerca.
   
Es por ello que, gracias al excepcional y oportuno eco transmitido desde Todo por hacer, la libertaria revista, se reproduce a continuación parte del texto publicado en Londres el 20 de junio:
 
Puede que nunca sepamos cuánta gente perdió su vida en este horroroso incendio. Las imágenes y las historias de estos últimos días han sido insoportables; gente atrapada en habitaciones en llamas, sosteniendo a sus hijos, pidiendo ayuda. Una mujer huyendo de su vivienda en llamas en el piso 21º junto a sus 6 hijos, pero sólo logrando escapar de la torre con 4 entre ellos. La Brigada de Bomberos de Londres ha descrito el fuego como algo sin precedentes.
 
Pero para otros, tristemente, este incen­dio no ha sido una sorpresa. Los inquili­nos de Grenfell sabían que su edificio no era seguro. El "Grenfell Action Group” lleva años clamando esto mismo. En su blog, el grupo ha catalogado los pobres estándares de seguridad contra incendios del edificio, ha descrito las continuas sobrecargas eléctricas que han supuesto graves riesgos de incendio a lo largo de mucho tiempo, escribieron sobre el humo que a veces se producía en los accesorios de iluminación así como avisaron de los proble­mas para el acceso al edificio de las emergencias en caso de incendio que suponía el cierre del aparcamiento del bloque. Han organizado campañas en este sentido durante años, llevando sus conclu­siones hasta la Organización de Gestión de Inquilinos de Kensington y Chelsea (KCT­MO), que administra el bloque al tratarse de viviendas sociales.
    
En 2016 escribieron un artículo titulado “Jugando con fuego” so­bre las inadecuadas salidas de emergencia. Todas sus quejas fueron ignoradas, refu­tadas o marginadas. En 2013, tras publi­car un texto en el que decían que “solo una catástrofe pondría de manifiesto la ineptitud e incompetencia de los dueños del inmueble”, fueron amenazados con acciones legales en su contra (con el abogado del KCTMO acusándoles de un “ejercicio de difamación y acoso”). Una ex trabajadora de KCTMO ha escrito en el periódico The Guardian so­bre las dificultades a las que se enfrenta el personal en el terreno, y cómo los recortes realizados a partir de 2010 han hecho cada vez más difícil defender a los inquilinos al reducirse las inspecciones de seguridad.
   
La realidad es que, para las autoridades, los inquilinos de la torre Grenfell no im­portan en absoluto. El inmueble está enca­jado en una bolsa de pobreza en medio de uno entre los barrios más ricos del país. Fue reformado el pasado año por un coste de 8,6 millones de libras, pero desde el principio la seguridad de los inquilinos fue ignorada y así el contratista original fue sustituido por opción más barata. El trabajo fue llevado a cabo de una forma tan lamentable que varios vecinos se negaron al que sus trabajadores entraran en sus domicilios. En ningún mo­mento, el KCTMO consideró la opción de instalar un sistema de rociadores contra in­cendios como parte de la reforma.
  
También se produjeron quejas por el hecho de que parte del escombro con la obra se alojó en los pasillos, obstruyendo salidas de emergencia. Documentos de planificación para la reforma sostenían que tal revestimiento debía utilizarse por­que: “Debido a su altura, la torre es visible des­de el Área de Conservación de Avondale al sur y desde el Área de Conservación de Ladbroke al este”. El bloque se encuentra en una de las zonas más ricas de Londres, a dos millas de una nueva torre de 21 plantas donde los pisos de un dormitorio cuestan 1 millón de libras. Así que era importante que Grenfell pareciera bonito. Aquellos documentos se­guían: “Los cambios en la torre existente mejo­ran su apariencia, especialmente, cuando sea vista desde el área circundante.”
   
  
De modo que se tomó la decisión de revestir la torre con un material barato. El KCTMO encontró el contratista que suministraba un revesti­miento 2 libras por metro cuadrado más barato del material ignífugo alter­nativo. Únicamente 4750 libras hubieran salvado muchas vidas. Pero el material que eligieron tan inflamable fue que su fuego, empezado en una vivienda a primera hora de la mañana y que los bomberos creyeron que tenían controlado, de hecho se había extendido al revestimiento y rápidamente envolvió todo el bloque, convirtiéndolo en un infierno en menos de una hora. El fuego era tan virulento que continuó ardiendo bien entrada la tarde.
   
En los próximos meses y años, a me­dida que avancen las investigacio­nes, el revestimiento sin duda será examinado. Éste está prohibido en Alemania y no se usa en EEUU en grandes alturas. Parece que existe cierta confusión en torno a su lega­lidad en el Reino Unido. Y esto es muy revelador, dados los repetidos recortes en su regulación de los últi­mos años. La política de los sucesi­vos gobiernos Blair ha sido reduciendo la regulación en general como una forma para estimular el creci­miento de los negocios.
 
Al entrar en vigor la ley local de 2011, introducida por Eric Pickles, el Estado se libró del monitoreo indepen­diente por los gobiernos locales, y en torno a 2.400 reglamentos han sido recortados a través del “Red Tape Challange”, con lo cual los constructores se ahorraban sobre unos 100 millones de libras en su negocio. Para la vivienda social, esto supuso una disminución del control en todos los ám­bitos, desde sus estándares espaciales hasta reglamentos anti-incendios. Éstos últi­mos, solían ser revisados cada dos años para mantenerse al día en innovaciones tecnoló­gicas y de materiales de construcción, pero ya no lo hacen desde hace una década.
  
      
Ministros y funcionarios "no saben" si el revestimiento es ilegal; pero se les advirtió del "inseguro" ser, varias veces. En los años 1990, el arquitecto Sam Webb llevó a cabo una inves­tigación en cientos de edificios residenciales y encontró que la mitad de los inspecciona­dos no cumplían con los reglamentos básicos contra incendios. El Ministerio del Interior recibió el informe y no hizo nada. De hecho, en los años posteriores se recortaron regula­ciones ya existentes bajo el pretexto de redu­cir la burocracia e introducir “mejores” (lo que quiso decir, menores) reglamentos. In­cluso cuando el desastre que los informes de Webb predijeron se produjo, en 2009 en la vivienda Lakanal en Southwark, nada cambió.
  
En el incendio de Lakanal murieron 6 personas, 3 de ellas ni­ños, cuando el fuego se extendió por los revestimientos inflamables que se habían fijado al exterior del bloque de viviendas. De nuevo, no había rociadores contra in­cendios, se había producido una falta de inspecciones y se aconsejó a la gente que se quedara en sus pisos. El forense del caso hizo una serie de recomendaciones urgentes. La mayoría fueron ignoradas: 3 ministros consecutivos no hicieron caso a las deman­das para instalarse rociadores contra incendios en las viviendas sociales. Gavin Barwell, el nuevo jefe de personal de Theresa May, fue Ministro de Vivienda hasta que perdió su escaño en las elecciones. Prometió revisar los reglamentos de construcción relacionados con la seguri­dad contra incendios, pero nunca lo hizo. En su lugar, rechazó toda petición de reunión so­bre el tema.
 
Siendo cierto que los arrendatarios de Grenfell fueron tratados con todo despre­cio por los miembros de la clase dominan­te antes del fuego, también lo es que lo han seguido estando desde la catástrofe. Mucho se ha dicho del fracaso de May en demos­trar cualquier signo de compasión con los supervivientes, pero también hay que re­marcar que la respuesta a la tragedia de los gobiernos central y local ha sido aterradora cuanto menos. El gobierno tardó al menos 72 horas en anunciar un paquete de ayudas para los afectados, e incluso todavía entonces era contradictorio e inadecuado. A supervivien­tes traumatizados solo se les ha ofrecido aloja­miento temporal en bloques de gran altura, y otros en "Bed &Breakfast’s" sin duchas. Se les facilitó una insultante ayuda de 10 li­bras al día.
  
Tras 5 días se aumentaron las ayudas, pero sólo después de que una dele­gación de supervivientes fuera a Downing Street y de que se suce­dieran varias manifestaciones por Londres y otras ciudades: hay gente que toda­vía... está durmiendo en el Polideportivo de Westway sin una idea clara de dónde les realojarán y sin ninguna garan­tía de que será en su, hasta hace poco, zona de residencia. Muchos temen perder sus beneficios en materia de vivienda durante este tiempo.
  
El KCTMO, que gestio­naba el bloque y que ha estado ausente desde el incendio, aho­ra está presentando cartas sobre comportamientos antisociales y amenazando con repercusiones legales a los vecinos del bloque adyacente. El Consejo de Kensington y Chelsea tam­bién se ha mantenido en silencio. La mayo­ría de los que buscan a sus seres queridos no han recibido casi ninguna ayuda por parte de las instituciones. Como dijo un volunta­rio: “Estamos en el vecindario más rico del país. Estamos sentados en casi 300 millones de libras. ¿No se podría gastar algo en conseguir personal de emergencia?”.
   
Se ha dejado a los supervivientes y su comunidad como casi únicos organizadores de la ayuda. Fueron jóvenes in­quilinos musulmanes que volvían de celebrar el Ramadán los que se encargaron de desper­tar a sus vecinos cuando el fuego comenzó, lo que salvó muchas vidas. En pocas horas, la comunidad se ha encargado de recopilar ropa, comida (tanta que los voluntarios acabaron pidiendo no entregarse nada más), a lo cual se sumó la Cruz Roja y varias iglesias o mezquitas cercanas. Fue la comunidad quien creó inmediatamente un comité recogiendo demandas de los ve­cinos y éstas se llevaron a Downing Street. Ellos fueron quienes organizaron sus nume­rosas y muy pobladas reuniones, eligieron delegados, organizaron protestas. La comu­nidad se ha demostrado a sí misma estar bien organizada, ser eficiente, compasiva y democrática, real mente... Todo lo que no es el Es­tado capitalista
    
Vecinos como éstos de Grenfell han so­portado el peso de la austeridad, desde el “im­puesto del dormitorio” hasta los recortes sobre los beneficios de la vivienda para reducir la seguridad. Es el resulta­do tras años de abandono para gente como los inquilinos en Grenfell, desde fracaso en las políticas a largo plazo sobre construcción de viviendas sociales adecuadas -o mantener actuales alojamientos dentro de unos estándares mínimos para seguridad- hasta cierres en estaciones de bomberos, desmantelamiento para las regulaciones de su seguridad, los recortes tanto en la financiación del NHS como sobre beneficios indivi­duales y así sucesivamente.
       

   
Son víctimas del sistema que se nutre por la desigualdad, donde su beneficio es el objetivo y todo lo demás son daños colaterales. Durante una de las marchas de protesta estos días podía leerse algún cartel con el texto el capita­lismo mata, y este incendio ha demostrado trágicamente lo acertado en tal afirmación.
      
Los inquilinos de Grenfell tienen por de­lante una difícil lucha para conseguir justi­cia; de repente se encontrarán con que toda aquella burocracia que fallaba para ellos, se pondrá a trabajar para proteger a los que tienen el poder... Tendrá que caminar a tra­vés de una compleja cadena de “quiénes conocían qué” y “qué contratistas estaban al cargo cuándo”, así como “quiénes le subcontrataban a quién y para qué”...
  
Tratar de averiguar quién es el respon­sable de entre todos los contratistas, equipos de trabajo, servicios privatizados y consejos en fase de recortes no será fácil. Y tendrán que hacerlo con la ayuda de abogados volun­tarios, a no ser que puedan conseguir ayuda legal gratuita, otra cosa con los años arrebatada. Sin lugar a dudas, durante tal camino deberán escuchar a políticos que casual­mente "recuperan la humanidad" ante las cámaras, a pesar del que tan claramente inhumano su sistema es. Los restos carbonizados de la torre se erigen como un monumento a todo el sistema fallido y sus ani­madores. Deberían de avergonzarlos.
    
Y no podría darse por concluido este informe sin hacer referencia a una frase -sobresaliente- del texto 'Atascada por la regeneración: el fuego de la torre Grenfell...', que libcom.org fue publicando y ac­tualizando el mismo día de la tra­gedia con las nuevas informaciones que llegaban de los hechos: “Si bien debemos analizar sin piedad las causas políticas y económicas del fuego, también debemos politizar sin vacilar la respuesta.”  
  
  
Así como de un modo similar, sería recomendable la lectura del otro artículo El tablero del Monopoly en la ciudad: la torre Grenfell, ¿dónde andaba el HCA, regulador de Viviendas del Gobierno?”, tam­bién, bastante clarificador sobre la relación y actuaciones entre las diferentes agencias para regulaciones -y los propietarios públicos- en materia de vivienda social.


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