martes, 13 de agosto de 2013

"Inevitable redistribuir Ingreso -Mínimo- con rentas del capital…" según el nobel Krugman


La necesidad e incluso viabilidad, hoy, de alguna RENTA BÁSICA garantizada para todos [clicar enlace con propuesta] no es un patrimonio exclusivo de ninguna utopía idealista o revolucionaria; sino corolario lógico (análogamente a los otros del Sufragio y la Sanidad -o Enseñanza...- Pública, UNIVERSAL, por ejemplo) de ciertos cambios, desde cuanto menos ya 2 siglos, en la Producción económica organizada socialmente: hace ahora justos 200 años de cuando fueron ejecutados por el Gobierno inglés 18 trabajadores tras acciones 'luditas' –o seguidoras de Ned Ludlam, el supuesto 'capitán Ludd', quien intentaba sabotear una introducción de las nuevas máquinas que les acarrearían Precarización salarial y Paros crecientes...- reivindicando mejores condiciones laborales en 1813 para la industria textil de Yorkshire y Lancashire...

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Así parecería seguir siendo este reverso inaceptable de nuestras vertiginosísimas mejoras en la Productividad económica con cada vez menos necesidades de personas ocupadas para lograr el mismo y hasta mayor Bienestar total; por todo lo cual tampoco se justifica llegar a concluir que pueda ser nada imposible continuar destinando cuanta riqueza colectiva necesitáremos para sufragar también la misma -e igualmente, ¿cómo no?, mejor- Prestación social de Jubilaciones o seguros del Paro, etc. Y en estos tan caldeados días del presente 2013, hemos leído la interesante rememoración actualizada por un reciente premio Nobel para Economía que -con versión traducida desde original, sobre 'The NEW YORK TIMES'...- de tamaño asunto sigue:  


¿Qué pasa cuando desaparecen los buenos empleos? Es una pregunta que se viene ya planteando durante siglos: "En 1786, los trabajadores textiles de Leeds, centro de la industria lanera en el norte de Inglaterra, desarrollaron una protesta reivindicativa contra el creciente uso de máquinas con garabatos”, las cuales iban tomando el control sobre unas tareas que solían ser desempeñadas hasta entonces por mano de obra cualificada.
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¿Cómo será como aquellos hombres, de ahora en adelante lanzados al desempleo, van a proveerse para sus familias?”, clamaban los manifestantes. “Y además, ¿en qué van a poner a sus hijos para que intenten aprender?”.
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No son preguntas tontas: con el tiempo -esto es, tras un par de generaciones- aquella mecanización daba origen a un amplio ascenso en los niveles de vida británicos. Sin embargo, difícilmente se podría también sacar en claro si el trabajador medio cosechó algún beneficio durante las primeras etapas de dicha Revolución Industrial; muchos trabajadores resultaron perjudicados por aquellos entonces, bien claramente.
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Además a menudo fueron los más afectados aquéllos que, con esfuerzo, se habían afanado por estar preparados adquiriendo valiosas habilidades; tan sólo para descubrir que las mismas de pronto se habían devaluado súbitamente.
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Así pues, ¿estamos viviendo en otra de tales eras? Y, si efectivamente así es, ¿qué vamos a decidir hacer al respecto?
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Hasta hace poco, la sabiduría popular sobre los efectos de las tecnologías para el trabajador era reconfortante en cierto modo. Parecía claro que muchos trabajadores no compartirían plenamente -en muchos casos, ni lo más mínimo- los beneficios del aumento de productividad; en vez de eso, iban la gran mayoría de sus ganancias a una minoría entre todas las fuerzas laborales. Pero esto, decía la historia, se debe a que con tecnologías modernas estaba creciendo una demanda de trabajadores altamente educados al tiempo que disminuía la otra para los menos preparados.
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Y la solución consistiría en “más formación”… Ahora bien, siempre hubo problemas con esa historia. Principalmente, si bien podría explicarse una creciente brecha salarial entre quien tenga títulos universitarios y quienes no, tampoco así cabría entender por qué un pequeño grupo -el famoso “1%”- estaba experimentando ganancias mucho mayores que los trabajadores más altamente formados en general.
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De cualquier forma, pudiera haber habido algo más o menos comprensible en esta interpretación hace una década. Hoy, sin embargo, va surgiendo una imagen mucho más oscura respecto a los efectos de la tecnología sobre nuestra mano de obra. En esta imagen actual, algunos trabajadores altamente preparados tienen las mismas probabilidades que los otros menos educados de terminar siendo también desplazados y devaluados; al tiempo que pugnar por más enseñanzas pudiera crear casi los mismos problemas que resolviese.
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Con anterioridad he anotado ya cómo la naturaleza de las crecientes desigualdades en los Estados Unidos cambió alrededor del año 2000: hasta ese momento, todo se había visto como trabajador versus trabajador; la distribución de rentas entre mano de obra y capital –o entre salarios y beneficio empresarial, si así se quiere- se había mantenido estable durante varias décadas. Pero desde aquel momento, de todo lo producido en general, la parte para mano de obra baja drásticamente.
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Y resulta que no se trata de ningún fenómeno únicamente estadounidense. Un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo destaca que lo mismo ha venido sucediendo en muchos otros países, según debería pasar si las tendencias tecnológicas globales hoy estuvieran revolviéndosenos ya en contra de sus propios trabajadores. Pero además, algunos de los cambios bien pudieran ser acelerados repentinamente.
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El Instituto McKinsey Global emitió informes hace poco sobre una docena de importantes nuevas tecnologías que considera con probabilidades de ser “socialmente perturbadoras”, alterando el mercado y nuestros convenios actuales. Incluso, una rápida ojeada a la lista del informe sugiere cómo algunas de las víctimas por tal alteración serán trabajadores que ahora son considerables altamente cualificados, quienes invirtieron mucho tiempo y dinero para poder adquirir esas habilidades.
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Por ejemplo, se anticipa que vamos a estar viendo mucha “labor de automatización del conocimiento”, con software haciendo lo que solía requerir graduados universitarios. La informática más avanzada pudiera seguir reduciendo, aun, el empleo en manufacturas; pero también podría reemplazar a incluso algunos profesionales médicos.
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Y bien, ¿deberían los trabajadores, por todo ello, continuar estando preparados para conseguir nuevas habilidades o competencias? Los obreros textiles del siglo XVIII en Leeds abordaron ya ese problema desde 1786: “¿quién podrá sostener a nuestras familias, entre tanto nosotros emprendemos las arduas tareas de aprender otros nuevos oficios”? Más, luego, ¿qué ocurrirá si el nuevo oficio, a su vez, se devalúa también debido al progreso ulterior en la tecnología?
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Y los homólogos modernos de aquellos trabajadores en la industria lanera bien se pudieran preguntar más adelante: “¿qué nos pasará si, como tantos estudiantes, incurrimos en deudas por adquirir esas destrezas que nos dicen se necesitarían… sólo para enterarnos luego de que por la Empresa ya no se continúa más requiriéndolas igual?”
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Entonces, la educación ya no será ninguna respuesta suficiente o eficaz a crecientes desigualdades, como alguna vez fue (lo cual dudo)…Y bien, ¿cuál sería una posible alternativa?
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Si esta imagen que se ha trazado es del todo correcta, la única forma en que podríamos tener cualquier cosa que se pareciese a una sociedad de clases medias –o por la cual los ciudadanos ordinarios puedan lograr unas garantías razonables de mantener nivel de vida digno, aceptable, siempre cuando trabajen arduamente y actúen siguiendo las normas- sería sosteniendo algunas fuertes redes de Seguridad Social que les provean, y no de atención médica sólo mas con cualquier INGRESO MÍNIMO asegurado, también.
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Y entre tanto porcentajes cada vez mayores del PIB van yendo al capital más que a la mano de obra, esas redes de seguridades tendrán que ser pagadas en gran medida por medio de los Impuestos sobre las crecientes rentas del Capital o/y demás resultados -también mejores, como porcentajes...- de Sociedades, con sus inversiones.
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Ya puedo oír a los conservadores gritando sobre los males de tamaña “redistribución”. Pero, y si no, ¿qué acaso, exactamente, podría proponerse por ellos con algún rigor en su lugar?"
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The NYT - 06/17/2013)
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5 comentarios:

  1. ¿DESTRUIR MÁS EMPLEOS EN ARAS DE OTROS PARA EL FUTURO?

    Creo que el ciudadano medio español intuye, presiente o ha asumido en su interior, que la situación económica, social, política, moral y de proyecto colectivo mínimamente consensuado, carece de salida en positivo con las medidas y valores inherentes a las mismas que constituyen el acervo de las directrices europeas según el Modelo MAASTRICHT. El que se destruya o desaparezca empleo en nombre de la creación futura del mismo es tan paradójico como la sustitución de contratos fijos por otros de dudosa estabilidad en nombre precisamente del futuro de esa ingente cantidad de jóvenes sin perspectivas de proyecto vital, social y colectivo.

    El discurso económico, por otra parte, carece de convicción en lo que plantea como remedio; sus portavoces y muñidores no se lo creen. Aferrados a sus manuales, estadísticas y lugares comunes no quieren, repito, no quieren reconocer que esta situación escapa a los esquemas clásicos de los ciclos económicos y a los efectos benéficos de las políticas económicas basadas en la escuela de Chicago. Y no es que esos parámetros hayan dejado de producir ganancias y momentos de eclosión de beneficios para una minoría y algo de calderilla colateral para los adyacentes, es que ese modelo y los que en él se inspiran no pueden, con rigor y honestidad, presentarse como modelos capaces de hacer realidad, ahora o en un futuro algo de tanto consenso universal como la Carta de DDHH de 1948.

    Uno de los síntomas de que eso es así lo refleja la desaparición del discurso europeísta de los noventa. Ha sido arrasado por una realidad que ya se veía venir pero era incompatible con la ensoñación y el hedonismo a plazos tan confortables ambos, pero tan letales al final. no se lo creen he dicho anteriormente, pero como Blas Pascal decía con respecto a la fe, confían que a fuerza de repetirlo, su discurso se haga realidad. El que la MINORÍA dominante de la que ellos forman parte sí se beneficie no pasa de ser una consecuencia de la imperfecta condición humana.

    Julio Anguita

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  2. Os paso estas opiniones del prof. Vicenç Navarro:

    "¿QUÉ RENTA BÁSICA?

    El concepto de la Renta Básica implica que todo ciudadano o residente tendrá garantizada por parte del Estado la renta necesaria para vivir una vida digna. No creo que nadie, con sensibilidad progresista, pueda oponerse a este principio. El punto clave, sin embargo, es CÓMO garantizarlo(…)

    La estrategia antipobreza de la socialdemocracia y de los partidos comunistas gobernantes (después de la 2ª Guerra Mundial en la Europa Occidental), incorporada también más tarde por sectores de izquierda de la democracia cristiana como la alemana, defensora entonces de la economía social, fue desarrollar políticas de PLENO EMPLEO, que estimularon el aumento de la población adulta que trabajaba (facilitando sobre todo la integración de la mujer en el mercado de trabajo mediante la UNIVERSALIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS de ayuda a las familias y sobre todo a la mujer, además de cambiar la mentalidad del hombre haciéndole corresponsable de las tareas familiares), con buenos salarios y con políticas de formación profesional que aumentaran la productividad y por lo tanto el salario, todos ellos elementos clave de una estrategia a corto y a largo plazo, con la provisión de una RENTA MÁS QUE BÁSICA para aquellas personas que por causas ajenas a su voluntad no pudieran trabajar.

    Y aunque esta estrategia cambió en los partidos socialdemócratas con la aparición de la Tercera Vía y otras vías afines y con el abandono de la sensibilidad de izquierdas dentro de la democracia cristiana, la evidencia continúa mostrando que la ESTRATEGIA ANTIPOBREZA MÁS ACERTADA es la que utilizaron aquellas tradiciones políticas antes de que fueran abandonadas por aquellos partidos, a partir de la década de los ochenta. La eficacia de aquellas intervenciones está más que probada. Suecia, por ejemplo, adquirió uno de los niveles de pobreza más bajos de la OCDE (el club de países más ricos del mundo), como también lo consiguió Dinamarca siguiendo tales políticas.

    No niego que, una vez el ESTADO DEL BIENESTAR esté bien desarrollado, el concepto de salario ciudadano pueda resultar una propuesta atractiva, al distribuir la plusvalía social según aumente la riqueza del país. Pero establecer un SALARIO CIUDADANO cuando nuestro Estado del bienestar está tan poco desarrollado es comenzar la casa por el tejado.

    Hay que garantizar que todo ciudadano y residente pueda tener los recursos necesarios para vivir una vida digna y ello implica que el estado debe garantizar que los ciudadanos y residentes puedan alcanzar tal nivel de renta, bien a través del trabajo, bien a través de otras fuentes, incluidas las transferencias públicas, a la cual tenga derecho por sus circunstancias. Y esta renta DEBERÍA SER SUPERIOR a la que se cita frecuentemente como ‘renta básica’, que es más parecida en España a una prestación asistencial antipobreza, no aun como DERECHO UNIVERSAL (…)"

    ¿Qué os parecen?
    Salud, A. R.

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    1. ¡Pues asombran un tanto esas inercias del tan admirado Viejo Profesor en persistir buscando vueltas atrás por los caminos que se nos muestran ya perdidos para siempre! Como después de Gramsci hemos oído repetir tantas veces, las verdaderas CRISIS de todo Sistema resultan “cuando lo viejo muere y lo nuevo no parece aun capaz de haber nacido”…

      Eso de que “…la ESTRATEGIA antipobreza MÁS ACERTADA ES LA que utilizaron aquellas tradiciones políticas antes de que YA fuese ABANDONADA por aquellos partidos, A PARTIR DE la década de 1980…” no se ve qué utilidad pueda tener hoy aquí.

      Y lo de que “…UNA VEZ EL ESTADO DEL BIENESTAR esté BIEN DESARROLLADO, EL concepto de SALARIO CIUDADANO PODRÍA RESULTAR una propuesta atractiva…” menos aun, lógicamente.

      Por qué insistir fantaseando con soluciones del PASADO cada vez menos verosímiles ante las tendencias persistentes desde hace décadas, en vez de intentar cambiarlas por otras más adaptadas a lo actual. No sé si habrá que “comenzar la casa por el tejado” pero, desde luego, sobre los cimientos de lo arruinado presente no cabe soñar ya con otra cosa mejor sostenible…

      [[ Según cantó W. Szymborska en su “FIN Y PRINCIPIO: Después de cada guerra / alguien tiene que limpiar. / No van a ordenarse solas las cosas, / digo yo. / Alguien deberá echar los escombros / a la cuneta / para que puedan pasar / los carros con tantos cadáveres. / (…) / Todavía habrá quien a veces / entre hierbajos encuentre / argumentos mordidos por el orín, / y los lleve al montón de la basura. / Aquellos que sabían / de qué iban aquí las cosas, / ahora ya, su lugar tendrán que dejarlo / a los que saben poco. / Y menos que poco. / E, incluso, prácticamente nada…” ]]

      Más opiniones de cualquiera podrán ser una gran ayuda, sobre todo si –más allá de recordar historia pasada- se atreven a encarar las cuentas de LO NUEVO planteadas por Kurgman…

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    2. Gracias, y añado extracto de interview a Ph. VAN PARIJS en ‘Mouvements’:

      … A principios de la década de 1980, parecía importante formular un programa de futuro que no se limitara a un puñado de medidillas, sino que pudiera entusiasmarnos, hacernos soñar, movilizarnos. ¿O es que acaso esta RENTA INCONDICIONAL no era interpretable como un ‘camino capitalista hacia el comunismo’, entendido éste como una sociedad que pueda escribir en sus banderas “de cada cual (voluntariamente) según sus capacidades, a cada cual (incondicionalmente) según sus necesidades”? Una sociedad de mercado dotada de una Renta Básica (RB) puede, en efecto, entenderse como una sociedad en la que una parte del producto se distribuye según las necesidades de cada cual a través de un mecanismo que varía en función de la edad de los perceptores y que contempla complementos para ciertas personas que tienen necesidades particulares… Había muchos autores que, en otros lugares, a veces bien próximos, habían propuesto la misma idea…

      Tanto en “Teoría de la justicia” (1971) como en su anterior “Distributive justice” (1967), Rawls menciona explícitamente el Impuesto Negativo sobre la Renta a título de ejemplo de la puesta en práctica del ‘principio de diferencia’… Además su economista de referencia es el otro premio Nobel de economía, James MEADE, gran defensor de la Renta Incondicional desde los años 1930 y hasta sus últimos escritos… Mas, para mí sorpresa, RAWLS, replicó más o menos lo siguiente: “Tomemos como ejemplo los surfistas de Malibú. Si pasan sus días haciendo surf, ¡no sería demasiado justo pedir a la sociedad que satisfaga sus necesidades!”… P. Moynihan sobre la historia de los intentos de introducir una Renta Mínima Garantizada en Estados Unidos cuenta sobre senador republicano de Hawai que, en la década de 1960, se quejó por la llegada de hippies que venían a hacer uso de sus playas gracias a subsidios del Estado del Bienestar local, y había hecho suyo el slogan: “No Parasites in Paradise” (“fuera parásitos del paraíso”)… Pero haría falta mucho más que una modesta RB para vivir ahí…

      En el debate que siguió, Rawls respondió: “no estoy en contra de una RB… SI NO HAY MANERA DE DARLE TRABAJO A TODO EL MUNDO”. Y hasta el final de su vida, sus preferencias iban espontáneamente hacia fórmulas para el fomento del empleo… La RB es, a mi modo de ver, un elemento fundamental para pensar nuestro porvenir: conviene ver en ella respuesta plausible, radical y realista al mismo tiempo, al doble desafío de la pobreza y el paro. No hay otra duradera a este doble desafío que no pase por una forma de RB. Si no, o luchamos contra la pobreza creando ‘trampas de la dependencia e inactividad’, o luchamos contra el paro reduciendo la protección social y creando una masa de trabajadores pobres obligados a trabajar…

      Hay obstáculos con los que nos tropezamos de forma sistemática. El primero bajo la forma de un dilema: cuando las cosas van bien económicamente, se nos dice que “no hay necesidad de RB”; y cuando van mal, se nos dice que “no hay dinero para financiarla”. El segundo estructural está en que la RB es una idea que divide a gentes que se hallan normalmente al mismo lado de la barricada, sea éste derecha o izquierda. Entre los liberales que se definen como pro-mercado, están los que se limitan a defender una libertad formal y sensibles a la libertad real.

      Por ejemplo, el muy liberal Samuel Brittan, redactor jefe adjunto del ‘Financial Times’ y autor de ‘The Permissive Society’, salió con la siguiente fórmula: “there is nothing wrong with Unearned Income, except that not everyone has it!” (no hay nada malo en percibir una RB que no provenga del trabajo, ¡salvo el hecho de que sea privilegio de una minoría!). Hay, pues, personas muy liberales, como él, muy pro-mercado y anti-Estado, que defienden la libertad verdadera de todos, no sólo la del morir de hambre, frente a aquellos que se indignan ante la extorsión que dicen sufrir como consecuencia de los impuestos y el parasitismo del perceptor de subsidios sociales…

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    3. - Una vez ya leída esa gran entrevista, me ha parecido también útil copiar la siguiente cita
      [ www.uclouvain.be/cps/ucl/doc/etes/documents/pvp5.pdf ]:

      “Soy pesimista sistemáticamente a corto, pero optimista en el largo plazo… En ciertas versiones, como la defendida por James Tobin desde un famoso artículo de 1967, el Impuesto Negativo no es otra cosa que lo que dicho profesor llama ‘DEMOGRANT’, es decir, Renta Básica. Ese premio Nobel de economía había llegado incluso a convencer al candidato demócrata presidencial en 1972, del incluir la RB en su programa electoral. George McGovern la defendió mal; y sufrió una derrota catastrófica por otras razones, aunque tampoco le ayudó ésta. Sin embargo, tras la victoria de Nixon fueron efectuados experimentos cuidadosamente seguidos de formas del IMPUESTO NEGATIVO en distintos lugares. Los efectos que tales ensayos permitieron identificar no sorprendieron a TOBIN; aunque lo hicieron, eso sí, las reacciones políticas que suscitaron que condujeron a enterrar la idea.

      ¿Cuáles fueron aquellos? En primer lugar se había dado una reducción no enorme, pero sí estadísticamente significativa, de la oferta de trabajo de los “secondary earners”; esto es, de los miembros del hogar que aportan el segundo sueldo, mayoritariamente mujeres. En segundo lugar, los índices de divorcio habían aumentado. ¿Qué reflejaba este fenómeno? Por un lado, que ciertas mujeres utilizaron la posibilidad de escapar de su doble jornada de trabajo, de parar de correr del hogar al puesto de trabajo y del puesto de trabajo al hogar, de respirar un poco más; por el otro, que un cierto número de mujeres se dijeron: “estoy harta de este tipo, ahora que tengo un poco de AUTONOMÍA financiera, me largo”.

      Pero la aparición de estos dos efectos en el debate público fue un golpe mortal a la idea de introducir un Impuesto Negativo en USA, para gran decepción de Tobin. En lo que respecta a las feministas, algunas se unieron a las críticas de derechas para denunciar el retorno al hogar –aunque fuera limitado y provisional– que la renta básica tendría la tendencia de provocar. Pero otras, como Nancy Fraser, de Nueva York, o Anne Alstott, de Yale, ven en la renta básica un importante instrumento de emancipación. En Europa y en América Latina, el debate feminista sobre la renta básica está bien vivo también…”


      - Y, sobre todo, merece señalarse aquí ahora otro ejemplo más cercano en la misma linea
      (difundido por el Colectivo ‘Nadie Sin Nada’: www.facebook.com/events/132968163562023 )
      :

      “Apoyemos a los desempleados: TRABAJOS O RENTA BÁSICA PARA TODOS =

      Este no es un evento para salir a la calle en ninguna fecha ni acción. Lo es para unir PERSONAS Y COLECTIVOS que apoyen que todos los desempleados tengan trabajo o una Renta Básica. Servirá para informar sobre acciones futuras que puedan ser de ayuda para lograr ingresos para TODOS los desempleados.

      Si los gobernantes no pueden dar el trabajo, al que según la constitución se tiene derecho, DEBEN GARANTIZAR que no haya ningún desempleado sin ingresos para poder VIVIR DIGNAMENTE. Proponemos que se aprueben algunas de estas propuestas:

      * RENTA Básica Universal.
      * Trabajo digno para todos por medio del reparto del TRABAJO (sin reducción salarial) u otras formas.
      * PRESTACIÓN por tiempo ilimitado para aquellos desempleados que no cobren ninguna ayuda. Si se les ofrece un trabajo digno, con unas condiciones aceptables, no lo podrán rechazar salvo causas justificadas (se deberán de legislar esas causas por las que se puede rechazar una oferta de empleo).
      * A los desempleados que no tengan ningún ingreso que se les congelen en una MORA las deudas por hipotecas, recibos de luz, agua, créditos... mientras no tengan un trabajo o prestación indefinida o Renta Básica.”

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